sábado, 24 de enero de 2015

EL MALABARISTA DE LA M-30

    

     Se llama David, o al menos eso es lo que me ha dicho, y lleva 3 años trabajando en la calle por la voluntad, o sea, por unas monedas, por esas monedillas que a veces los conductores llevan en el portatodo en que se convierte ese huequecillo al lado de la palanca de cambios y que irremediablemente acaban bajo las alfonbrillas de sus vehículos. 
     Desde hace unos meses lo veo casi cada día al ir a trabajar, siempre en el mismo sitio, siempre en el mismo semáforo, en el semáforo de la M-30 que da acceso a la calle Alcalá, ese que está junto a la plaza de toros de Las Ventas. La luz se pone en verde para los peatones, los coches se detienen y entonces él comienza su actuación, porque es así como la debemos llamar. Yo le veo como un artista, no como un chico que está pidiendo una limosna, e incluso me lo he imaginado trabajando en el circo, en el circo del Sol para ser más exactos. Diréis que soy muy exagerado. Supongo que sí, pero al menos es lo que me gustaría, porque cada día cuando lo veo me provoca una sonrisa. Es muy bueno, pienso. Su pequeño espectáculo consiste en unos juegos malabares con tres mazas y un sombrero, mazas que lanza bien alto y que vuelve a recoger, mazas que se pasa por la espalda para recogerlas de nuevo por el frente y por si no fuera poco lo combina con ese sombrero con el que acaba recogiendo, si hay suerte, algunos céntimos. Digo si hay suerte, porque no son muchos los conductores a los que veo abrir la ventanilla, supongo que porque al igual que yo son muchas las veces las que pasamos por ahí y le vemos, pero David no se rinde, David insiste cada vez que se pone la luz en verde (o en rojo, dirán los conductores) durante horas (a veces lo veo a la ida y a la vuelta del trabajo).
     Llevaba unos cuantos días sin verle, creo que desde la vuelta de vacaciones. Hoy, cuando me acercaba a su "oficina", desde el puente de la M-30 pensé, ¡vaya, hoy tampoco está el malabarista!, malabarista al que yo presuponía extranjero, talvez porque él nunca habla, sino que de alguna manera actúa también como mimo. Pensé también que a lo mejor se había marchado de la ciudad, un poco como pasa con los circos, buscando un nuevo semáforo, aunque bien podía ser que ese semáforo estuviese en otra parte de Madrid. También pensé si podía haber habido algún problema con ese otro malabarista que comencé a ver en ese mismo semáforo unos días antes de Navidad, pero que no me provocaba la misma admiración que David; su espectáculo sin duda era mucho más simple, aunque igual de digno, por supuesto. Pero, de repente, David apareció de no sé muy bien dónde, y se puso de nuevo a actuar. Fue entonces cuando pensé en escribir este post y según caminaba por la explandada de la plaza de toros pensé "la próxima vez que le vea le voy a pedir permiso para grabarle con mi móvil y colgar su pequeña actuación en mi blog". Y así ha sido, porque con su media sonrisa me dijo algo así como que me sería barato. La actuación ha sido un poco más corta de lo normal y no tan espectacular, supongo que porque yo le entretuve y no le dio tiempo a hacer lo que en otras ocasiones hace. Cuando terminó, le di 1 € (sé que no es mucho, pero creo que más que lo que le suelen dar los conductores, mucho más de lo que le he dado yo en otras ocasiones) y entonces le comenté mi propósito y le pregunté por su nombre y después cuánto tiempo llevaba haciendo eso. Me hubiera gustado hacerle alguna pregunta más, pero la verdad, no me atreví. Y seguí mi camino, pensando que aunque tenía bastante que hacer, esa misma tarde dedicaría un ratito a escribir estas líneas, a escribir este post, que terminará no cuando le de al botón naranja de "publicar", sino cuando después de imprimir estas palabras se las de a David.



jueves, 15 de enero de 2015

CRÍMENES EXQUISITOS (Vicente Garrido y Nieves Abarca)


TÍTULO: Crímenes exquisitos
AUTORES: Vicente Garrido y Nieves Abarca 
EDITORIAL: Versátil
AÑO: 2012
+ INFO: "Crímenes exquisitos" es la primera entrega de la serie protagonizada por la inspectora Valentina Negro y el criminólogo Javier Sanjuan, que hasta el momento van por 3. La 2ª y 3ª novelas llevan por títulos respectivamente "Martyrium" y " "El hombre de la máscara de espejos". Vicente Garrido es un criminólogo valenciano y he podido leer que está considerado como el mayor experto en psicopatía de España, siendo autor de numerosas obras como "Crímenes sin resolver" junto a Patricia López Lucio, "La mente criminal", "Perfiles criminales" o "El psicópata" entre otras. Nieves Abarca es una periodista, escritora e historiadora del arte gallega, además de estudiante de criminología. 

     Hoy traigo hasta esta bitácora la reseña de la última novela negra, o más bien policíaca, que he tenido el gusto de leer. Para ser sincero, me acerqué a ella sin haber oído hablar nada de la misma antes, ni tampoco de sus autores, sino que fue por el hecho de ser un regalo de Amazon por no sé qué asunto (¡qué bien lo hacen, me regalaron la primera, he comprado, aunque a un precio muy asequible la segunda, y probablemente lo acabe haciendo con la tercera). Al comenzar a leerla me llevé una impresión errónea ya que pensé que se trataba de un conjunto de cuentos con una temática común; a ello contribuyó también el título, la estructura de capítulos según el índice y el propio hecho de estar escrita a cuatro manos, algo que siempre me ha parecido complicadísimo.

     Valentina Negro es una joven, guapísima, valiente e inteligente policía nacional (elegir el orden de los adjetivos) que se verá envuelta en una complicada operación en Vigo para capturar a un peligroso violador al que llaman "El charlatán" y que estará a punto de costarle la vida.  Tras un intervalo en la que está destinada en Alicante vuelve a su Galicia natal, a A Coruña, donde de repente le llega una nueva oportunidad para demostrar la brillante policía que es y que el episodio de Vigo no fue una casualidad. El caso del que se hará cargo la inspectora Negro es el de Lidia Naveira, una joven de la alta sociedad coruñesa que aparece asesinada en un estanque, después de haber sido vejada salvajemente, recreando uno de los cuadros más famosos del movimiento prerafaelita, "Ofelia" de John Everett Millais.

"Ofelia" de John Everett Millais

     La dificultad del caso es mayor de lo que parece, por lo que Valentina no dudará en tratar de conseguir la ayuda del famoso criminólogo Javier Sanjuán, autor en el que se inspiró para atrapar a "El charlatán", aprovechando su presencia en A Coruña para presentar su último libro. Por si la complicación fuera poca, Valentina se las tendrá que ver con Lua Castro, una periodista sin escrúpulos, que la chantajeará pretendiendo publicar las fotos del cuerpo de Lidia Naveira, conseguidas por su amante y fotógrafo de profesión Jaime Anido. Lua y Anido se convertirán en personajes claves en la trama, sobre todo cuando el fotógrafo viaje hasta Inglaterra, donde lleva una doble vida, y se entere que una amiga suya, de la que hacía tiempo que no sabía nada, había sido asesinada también de forma brutal recreando otra escena relacionada con la cultura. ¿Existe alguna conexión entre los casos de Inglaterra y España? Esa es la pregunta que tratarán de averiguar Negro y Sanjuán, siempre con el reloj en su contra, porque el asesino al que pronto le bautizarán con el nombre de "El artista" ha decidido no dejar de matar.

     Entre medias de estos casos nos encontramos con otra trama que interrelacionará a buena parte de los personajes principales y secundarios y en la que son claves Pedro Mendiluce, un rico e influyente personaje de la sociedad coruñesa, mecenas artístico, y su hombre de confianza, Sebastián Delgado, que están implicados en turbios asuntos de prostitución, trata de blancas, drogas, corrupción, expolio del patrimonio... pero si quieres saber la relación de Valentina, Sanjuán, Lua Castro, Jaime Anido, Mendiluce, Delgado, el Charlatán, el Artista... tendrás que leer esta magnífica novela, porque yo no te voy a contar nada más, solo confirmarte que su lectura es dura, y en muchos casos muy explícita, sobre todo en lo relacionado con el sadomasoquismo, del que todavía no te había hablado, pero que tiene también un papel importante en la novela. Por si no me crees te dejo aquí unos pequeños textos (light) de lo que te podrás encontrar, comenzando por la advertencia de los propios autores en el prólogo a la edición digital, formato en el que leí yo la novela:

     "Este es un libro sobre el mal, en su sentido más amplio y profundo, servido con el placer culpable de una novela frenética. El lector querrá dejar en ocasiones de absorber su contenido maléfico para, inmediatamente, darse cuenta de que no puede hacerlo, de que se siente atraído hacia el abismo, de que ha de continuar hasta el final [...]. Sin embargo, Crímenes Exquisitos, fiel a este origen de entretener y sobrecoger a toda costa, rinde homenaje también a la Criminología real, a la crónica desesperada de psicópatas verdaderos que, al hilo del siglo XX y su sociedad alienada, crearon escenas inenarrbles para ser registradas y estudiadas por los especialistas [...]."

     "Era hermosa, muy hermosa. A través del cristal del arcón congelador se veía el cuerpo pálido de la joven, cubierto de escarcha, como si se tratase de una Blancanieves de los hielos en su ataúd de cristal. No podía parar de mirarla [...]. Le hubiese gustado tocarla de nuevo, acariciar el cabello, el pecho, fundirse con ella en el frío más absoluto [...]. Lástima que la muerte hubiese apagado el fulgor de los ojos verdes. No importaba, había gozado de ellos cuanto quiso antes de estrangularla [...]."

     "[...] Media hora después, las gotas de sudor caían profusamente del cuerpo pálido y desnudo de la joven, mezcladas con gotas de sangre producto del castigo que Anido le infligía sin piedad. Floria se retorcía de dolor, contorsionándose sobre la cruz de madera como una serpiente. No podía emitir ningún sonido, pues en la boca tenía una mordaza de bola que le impedía proferir cualquier queja. Aun así, conseguía hacer oír los gemidos de protesta cuando los latigazos se producían en algún lugar demasiado sensible. Los pechos altivos mostraban ya un par de finas rayas de color escarlata [...]. Cuando consideró que la flagelación había sido suficiente para empezar a romper a la italiana, dejó a un lado el látigo y cogió la pala de cuero con remaches [...]."