Un nuevo micro-relato con el que participé en el concurso "Donde lees tú" organizado por el CDS-FGSR en 2011 del que previamente os he hablado, y al igual que en el anterior, la fotografía es de Eduardo Margareto.
La silla de mimbre cada vez estaba más cerca del televisor. Era su referente para cerciorarse de que cada vez veía y oía peor, pues nada quería saber de médicos. Matasanos todos. Y esos no eran los únicos males que le aquejaban. También estaba lo del estómago. No necesitaba que nadie le dijera que era algo grave. Sin embargo, lo peor de todo era la ansiada falta de libertad, y la soledad. Añoraba pasar la mayor parte del día en el campo, con sus ovejas y sus libros, y volver a casa para cenar con sus hijos, ahora todos en la capital, y su fallecida mujer, quien cada día les regalaba la magia de posar sus manos en el viejo piano. Ahora se tenía que conformar con aquel programa “A vista de pájaro”. ¡Qué bello sería poder volar libre!, fue lo último que pensó antes de arrojarse desde su azotea.
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