domingo, 15 de marzo de 2015

TODOS MUERTOS (Chester Himes)


TÍTULO: Todos muertos
AUTOR: Chester Himes
EDITORIAL: Random House Mondadori
AÑO: 1960
+ INFO: Chester Himes fue un escritor afroamericano que comenzó a escribir en la cárcel, donde penó por un atraco a mano armada. Ser gran conocedor de los ambientes marginales le sirvió para trasladarlos a sus novelas de serie negra, donde trata frecuentemente el problema racial en EE.UU. Sus personajes más populares son los protagonistas de esta novela, Sepulturero Jones y Ataúd Ed Johnson, así como de varias más entre las que destacan "El gran sueño de oro" o "Algodón en Harlem" entre otras. Vivió durante una larga temporada en España, en la provincia de Alicante, donde murió y fue enterrado. 


    

     Si en al anterior post hablábamos de novela negra, en concreto del libro de P.D. James sobre el género, en el que entre otras cosas nos contaba la diferencia entre los estilos británico y norteamericano, en esta ocasión vamos a volver a hacerlo con un ejemplo concreto, con este "Todos muertos" de Chester Himes, autor del que hasta ahora no había leído nada.

     La novela responde muy bien a esas características propias del género negro en los EE.UU., novelas en las que se va siempre al grano, al caso en concreto, a descubrir quién es el asesino y por qué dejando bastante de lado, por ejemplo, conocer en profundidad al detective o policías que investigarán el crimen, aunque por supuesto siempre tiene que haber un mínimo conocimiento. En el caso de esta novela, está protagonizada por dos detectives negros en el Harlem neoyorquino de los años 60 del pasado siglo, Grave Digger Jones y Coffin Ed Johnson, apodados respectivamente con los amables sobrenombres de "sepulturero" y "ataud", nombres que ya nos indican que nos vamos a encontrar con dos tipos muy duros, de esos polis, que aunque honestos, son capaces de saltarse la ley todas las veces que haga falta para resolver los casos y atrapar a los delincuentes.

     En ese Harlem, que como dice la contraportada de la edición publicada por "El País", la gente no tiene mucho que perder y donde es fácil morir, es donde nuestros protagonistas se van a enfrentar a estafadores, ladrones, políticos corruptos y que estarán acompañados de prostitutas, homosexuales y transexuales, algo complicado para la época de la que hablamos.

     La trama de la novela nos cuenta como un hombre, disfrazado de vieja, muere de madrugada después de ser atropellado doblemente por un par de vehículos ante un único testigo, un ladronzuelo que estaba robando una rueda de un coche y que rápidamente huye de la escena del crimen sin decir esta boca es mía. El atropello, no obstante, esconde algo extraño que aquí no voy a desvelar, pero que resultará importante en la historia. Prácticamente a la vez, en otra parte del peligroso barrio neoyorquino, otros dos hombres mueren asesinados durante un atraco a un famoso político de la zona. El atraco y las muertes se producen delante de un bar frecuentado por homosexuales, sin embargo, cuando acuden allí nuestros duros detectives Sepulturero Jones y Ataúd Johnson, nadie parece haber visto nada. Utilizando sus poco apropiados métodos, acabarán obteniendo una importante información, muy especialmente una que no esperaban y que les pone en guardia ante la conexión de ese caso con el atropello del hombre vestido de vieja.

     Himes nos expone magníficamente en esta novela lo difícil que es la vida en ese ghetto que era Harlem y lo hace conjugando dos aspectos que parecen difícil de conjugar, la crudeza y el humor, porque sí, esta novela está cargada también de humor, pero de humor negro, como bien se puede ver en las salvajes formas en las que mueren algunos de los personajes. A mí me ha llamado especialmente la atención el caso de un motorista que muere decapitado por una plancha metálica que se cae de un camión en marcha y sale volando rebanándole el cuello, lo cual no impide que durante unos cuantos metros siga conduciendo la moto a toda velocidad.

     Concluyo diciendo que la novela es un tanto difícil de leer, en el sentido de que hay que estar muy atento, porque si te escapa algo, en esos momentos tontos que tenemos todos los lectores en el que seguirmos con la vista las líneas pero no sabemos ni que nos están contando, te perderás y no vas a disfrutar el libro todo lo que debieras, como tal vez me haya ocurrido a mí.


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