martes, 11 de junio de 2013

ROMANES EUNT DOMUS


     Este fue el título elegido para otro de los ejercicios del taller de escritura del que ya os he hablado. En esta ocasión se trataba de hacer un relato breve acerca de un grafiti, de una pintada en  una pared. Inmediatamente se me ocurrió la escena de la pintada del palacio en "La vida de Brian", sin embargo, creía que tenía que hacer algo diferente, y lo diferente en esta ocasión fue hacer una adaptación del cine a la literatura (lo frecuente es lo contrario), utilizando los diálogos de la peli, pero también tratando de describir los silencios. Este fue el resultado.



   La noche había caído hace tiempo, y por tanto era el momento de empezar la misión que se había propuesto para ser admitido en el Frente Popular de Judea, nada que ver con el Frente Judaico Popular y mucho menos con los cabrones del Frente del Pueblo Judaico.

   Pertrechado tan solo con un cubo de pintura roja y una pequeña brocha, Brian había conseguido llegar hasta las proximidades del palacio del rey Herodes sin sobresalto alguno. Ahora llegaba la parte más difícil. Avanzó ocultándose tras las marmoleas estatuas de distintos césares hasta por fin llegar al muro de una de las fachadas palaciegas. Temblando de miedo ante la posibilidad de ser apresado por la vigilante guardia romana comenzó a escribir ágilmente sin percatarse que acababa de ser descubierto. De repente la mano del jefe de guardia cayó sobre su hombro.

  -¿Qué escribes ahí?. ¿Romanes eunt domus?. Gente llamada romanos ir la casa.
   - ¡Dice, romanos marchaos a casa!
  - De eso nada, dijo el guardia, tirando de la oreja a Brian. ¿Cómo se dice romano en latín?. ¡Vamos, vamos!, insistió ante la duda del judío.
   - Romanus
   - ¿Qué se declina como…?
   - Anum
   - ¡El vocativo plural de romanus es…?
   - Ani
   - Rooomaanii, dijo el guardia. Eunt, ¿qué es eunt?
   - Ir, contestó Brian.
   - ¡Conjuga el verbo ir!
   - Eum, is, ir, imus, itis, eunt
   - ¿Luego, eunt es…?

  Inseguro y temeroso, Brian contestó: “tercera persona del plural del presente de indicativo, ellos van”.

   - Pero romanos marchaos es una orden, corrigió el guardia estirando de la oreja a Brian, así que, ¿hay que usaaar…?
 - ¡El imperatiiivoo!, contestó este con una voz que no disimulaba el dolor que estaba padeciendo.
  - ¿Qué eess…?
  - Eun, eun, it.
  - ¿Cuántos romanos?
  - Plural, ite, corrigió el temeroso activista.
 -¡Iiite!, señaló el jefe militar cogiendo la brocha y superponiendo la corrección sobre el error existente. ¿Domus, en nominativo?, volvió a preguntar. Marcharse indica movimiento, ¿no, muchacho?
  - Dativo, señor. No, no, no, no dijo Brian cuando se dio cuenta de su error, solo un instante después que el guardia, muy veloz, cogiese su espada corta y la pusiese amenazante sobre el cuello de este. ¡negativo, acusaaativo, domus, domus!
  - ¿Sólo que domus lleva eeelll…?
  - Locaaativo.
  - ¿Qué eesss..?
  - Domum
  - Dooo mum, aseveró el guardia con una voz que no daba lugar a equívoco, mientras volvía a pintar sobre la pared la forma correcta. ¿Has comprendido?
  - Sí, señor, contestó un asustado Brian.
  - ¡Escríbelo cien veces!, ordenó el guardia.
  - Sí, señor. Gracias, señor. ¡Hail, César!
 - ¡Hail, Cesar!, respondió el militar, ¡Sí no está escrito al amanecer, te corto los cojones!
 - ¡Gracias, señor, gracias, señor!, respondió Brian, comenzando inmediatamente a escribir en la pared lo ordenado por el jefe de guardia.

Despuntaba ya el día, brillante y caluroso, cuando, por fin, un Brian agotado y sudoroso puso fin a su empresa

  - ¡Termineeé!, dijo hastiado Brian, encaramado a una escalera de mano, a la pareja de guardias que se habían quedado vigilantes para comprobar que el judío cumplía las ordenes dadas.
 - ¡Bien!, dijo uno de los guardias mientras cogía su escudo del suelo. ¡y que no se vuelva a repetir!

La fachada del Palacio de Herodes amaneció con un centenar de pintadas con la leyenda “Romane ite domum”, “Romanos, marchaos a casa!, superpuestas, unas más grandes que otras, alguna incluso colosal, cuando comenzaron de nuevo los problemas para Brian. El desconocimiento por parte de los guardias del nuevo turno, de la orden dada por el jefe de guardia de noche, y su mirada reprobatoria y amenazante, hizo que este tuviese que poner pies en polvorosa. Brian había logrado con creces su objetivo para ingresar en el Frente Popular de Judea.




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