viernes, 27 de septiembre de 2013

DESCUBRIENDO YWRITER5


     A estas alturas, después de nueve meses con este blog y casi 40 post, creo que queda claro que me gusta escribir, más allá de hacerlo mejor o peor. Hasta ahora lo que más abunda por aquí son cuentos, pequeños relatos y reseñas literarias, sin embargo también he hecho algunos pinitos con relatos de mayor extensión, novelas cortas (una terminada y otra a medio camino y hasta estos días un poquillo abandonada) de los que puede que algún día os hable.

     Tengo que reconocer que soy un escritor (o pseudoescritor) muy lineal, es decir, mis historias tienen que ir avanzando tal cual se van a leer y que en ellas hay un predominio muy grande de un solo personaje protagonista, sin embargo, en muchas de las novelas que hayáis podido leer veréis que esto no es así (aunque también las haya así), sino que existen diversos personajes con gran protagonismo y sus historias, sus tramas, se entrecruzan para luego todo tener un sentido. Igualmente sé que los autores de las mismas en muchos casos han escrito antes el capítulo ocho que el tres. Para poder hacer esto es muy importante la planificación.

     A la hora de planificar, a diferencia que cuando escribo, que lo suelo hacer utilizando un procesador de textos, o sea, a ordenador, suelo hacerlo con bolígrafo y papel, siendo este siempre reutilizado y finalmente reciclado (nunca viene de más hacer un llamamiento a la importancia del reciclaje). Ingenuo de mí, pensé que esto sería incluso normal en cualquiera de los afamados escritores, lo de primero realizar apuntes manuales y luego ya darle a la tecla, ya sea la del ordenador, como decía, o la de una máquina de escribir, que todavía hay quién la prefiere (como también los hay que escriben a mano y luego transcriben o mandan transcribir a soporte informático sus textos), pero no, resulta que existen programas y aplicaciones informáticas que te facilitan esta planificación y que yo hasta hace bien nada desconocía por completo.

     Hace poco leía un pequeño manual para escritores en formato e-book a través de Amazon titulado “Como crear una novela. La planificación. Los esquemas” de un autor llamado Jean Larser, del que tuve conocimiento a través de su perfil en twitter “Edición y Marketin” @CorrectorEditor. Ahí encontré alguna cosa interesante, y entre ellas estaba un capítulo dedicado a estas herramientas informáticas para la planificación, alguna de las cuales explicaba, por conocerlas, y otras simplemente las citaba. Algunas de ellas son Freemind, Evernote o yWriter5, que es de la que yo os voy a hablar hoy. También citaba otras como PageFour, SmartEDIT, Liquid Story Binder, NewNovelist o Q10. Existen además otras muchas, citadas y no citadas en este libro.

     La mayoría de estas aplicaciones están en inglés, yWriter5 también, pero en este caso tienes la posibilidad de convertirlo (en gran parte) a castellano y otras muchas lenguas. Total que decidí probarlo y para ello debo añadir que es bastante interesante leer un pequeño manual de iniciación en español, que también está en internet, escrito (o traducido, no lo sé) por Ferrán Marín i Ramos.

     La idea, como digo, de yWriter5, aplicación diseñada por el escritor australiano Symon Haynes, es planificar lo que se va a escribir, sin embargo yo, para estas cosas un poco díscolo, he decidido hacerlo con esa novela corta que andaba a medio camino, pero con la intención de aprender el manejo para la otra mitad del camino. Por otra parte, decir que todavía no he querido tratar con algunas de sus potencialidades. Os cuento algunas de las cosas que hasta ahora he descubierto.

     yWriter5, tal y como dice Marín en el manual, es un completo gestor de información capaz de organizar todos los elementos que conforman nuestro trabajo: el texto escrito, los personajes, las localizaciones y objetos importantes, notas e imágenes. Marín hace muy bien en recordarnos unas líneas más abajo que esta herramienta, como es lógico, no escribe por ti, no da ideas ni construye frases, “simplemente” te ayuda a organizar tu información, lo cual no es nada simple.

     Con yWriter5 podrás organizar los capítulos a partir de esas primeas ideas que tienes en la mente, resumiendo lo que quieres para cada uno de ellos. De un simple vistazo podrás ver el número de escenas que has determinado para el mismo así como el número de palabras escritas, o sea, la extensión, y el acumulado de estas. Podrás organizar cada capítulo en escenas y dentro de cada una de estas establecer los objetivos de la misma, donde indicar cuál es la meta que te propones, el conflicto para desarrollarlo y el resultado final de la misma. Esto que dicho así suena un poco frío se convierte muy útil si aprendes a hacerlo. Yo, como decía antes, estoy practicándolo con algo ya escrito y por tanto me resulta más fácil, pero aquí veo un gran potencial. Pongo un ejemplo, imaginad una novela negra, estás planificando y en una escena estableces que la meta de la misma es descubrir que tal personaje es inocente, el conflicto puede ser el hallazgo de una prueba que encuentra el poli de turno y el resultado es que ese personaje ha dejado de ser sospechoso. Con estas tres ideas tienes una buena parte hecha para escribir la escena, sin embargo necesitarás más y por ello en la ficha que abres para esta escena, con pantallas diferentes, podrás rellenarla con los personajes que crees que deben intervenir en la misma, los lugares donde se va a desarrollar, también si hay objetos importantes, y para cada uno de ellos puedes abrir una ficha, que está siempre a mano, donde describir como es tal personaje, anotar sus datos biográficos, lo que pretendes con ese personaje, una imagen que tengas de él y que puedes haber encontrado incluso en internet, una imagen también del lugar o del objeto y su descripción, etc. Podrás hacer una descripción más detallada de la escena y escribir esas notas aclaratorias que te ayuden en momentos confusos, como en esta escena quiero que haya bastante humor o recordar que el diálogo tiene que ser ágil, etc. 

     yWriter5 contará también el número de palabras (e incluso de letras) escritas por escena, determinar si la escena está en fase de boceto, de esquema, de una primera o segunda edición o ya es definitiva; podrás determinar si la escena pertenece a una trama principal o secundaria, si es de acción o reacción, es decir como consecuencia de otra de acción, valorar mediante un desplegable numeral el grado de humor, tensión o relevancia, e incluso determinar como si fuera un calendario o un reloj el momento en el que sucede y cuanto dura la misma. yWriter5 te permitirá otras muchas opciones, remarcar en color ciertas cosas dentro de la escena o el conjunto de escenas dentro del total de manera que de un vistazo establezcas si forman parte de la presentación, el nudo o desenlace de tu novela o cuento, determinar el grado de consecución del trabajo diario o del trabajo total una vez que tú hayas determinado cuanto quieres tardar en escribirla, cuánto quieres escribir cada día, etc., conseguir un informe de rápido vistazo de todas las escenas en conjunto para no tener que ir viendo una por una, conseguir esquemas gráficos, añadir, suprimir escenas, modificar su orden y por supuesto imprimir escenas de forma individual. Además el programa te permite configurarlo para que te haga una copia de seguridad diaria para que no temas perder tu trabajo.

     En definitiva y ya para concluir, recalcar las muchas posibilidades que tiene esta herramienta, que de antemano digo no debe ser ni mucho menos la mejor por lo poquito que he leído, pero que resulta bastante útil, es gratuita y relativamente sencilla de usar y que, si te gusta escribir, te dará pie a investigar con otras similares, para posteriormente comparar (siempre y cuando domines bien el inglés) hasta que te decantes por una en concreto, pero lo que sí creo es que si pruebas a utilizarlas (en el caso de que no las conocieras ya), no dejarás de hacerlo.


viernes, 20 de septiembre de 2013

FOUL



     Gabriel se echó las manos a la cabeza para cubrir unos ojos que hacían poco tiempo que habían llorado. Adriana, sentada junto a él en una mesa de la cafetería As de Picas, trataba de consolarle y darle ánimos. Habían sido amigos desde la infancia e incluso durante un breve tiempo fueron novios. En realidad, Adriana seguía de alguna manera amándole, sin embargo, sabía que el corazón de Gabriel suspiraba por su amiga Luna, que en esos momentos, aunque consciente, se encontraba en una cama del Hospital Provincial de Toledo. A Luna le habían diagnosticado recientemente un complicado cáncer y todo apuntaba, aunque aún no estaba del todo claro, que podía ser terminal. Tenían que descartar, tal y como les había informado el doctor Claver, viejo oncólogo del hospital que siempre iba hablando por los pasillos de sus partidas de póker, que hubiese metástasis, ya que las pruebas realizadas eran defectuosas y poco concluyentes.

     Gabi, como Luna llamaba a su novio, no se olvidó de llevarle, tal y como esta le había pedido, un par de churros de la cafetería al hospital, envueltos en una servilleta que resaltaba el naipe francés. Debía dárselos sin que ninguna enfermera le viese. Se lo habían prohibido.

     - ¡Gracias amor, te has acordado!, ­le dijo Luna, mimosa y sonriente, tratando de quitar hierro al asunto para animar a su chico, al revés de lo que sería normal­.

     - ¡Cómo iba a olvidarme!

    - Mira esto, ¿te acuerdas?. Luna le enseñó un pequeño papel con tres tréboles de cuatro hojas desecados pegados. 

     Gabriel recordó que habían encontrado esos tres tréboles en el jardín donde hicieron el amor por primera vez y les hizo mucha gracia. Habían pronosticado que era un indicio de la buena suerte que iban a tener a lo largo de sus vidas y ahora, en cambio…


     Luna suplicó a Gabriel que se fuera a descansar. Llevaba tres días sin salir del hospital, más allá de algún que otro café. Se le notaba muy cansado y ella le había asegurado que estaría bien y que no se marcharía por la noche, pudiéndola encontrar allí al día siguiente. Gabriel fue remiso al principio, pero acabó aceptando. Luna podía ser la mujer más pesada del mundo si se lo proponía. Caminó hasta la parada del autobús. Le hubiera gustado caminar un poco y tomar el aire, pero vivía tan lejos del hospital, que le era imposible. Esperaba solo la llegada del bus cuando le llamó la atención una carta tirada en el suelo. Se trataba del tres de rombos con unas pequeñas manchas rojizas a las que no prestó especial atención. Lo cogió y se lo guardó sin saber por qué en un bolsillo. Cuando llegó el bus, se sentó al fondo. Apenas iban cinco personas en el mismo, después que en esa parada bajasen varios pasajeros. Le llamó la atención un libro que había en la fila de asientos de al lado. Se lo habría dejado alguien, pensó. Lo cogió. Llevaba por título “Corazón solitario”, sin embargo, lo que más le llamó la atención fue una pegatina en la portada que indicaba que no había sido un descuido. El libro se hallaba allí abandonado a propósito. Gabriel recordó haber leído un artículo sobre el fenómeno del book­crosing. Decidió llevárselo y comenzarlo a leer, así estaría entretenido en el hospital durante las largas horas de espera que Luna, debido a la sedación, pasaba dormida.


     Al día siguiente, Gabriel no olvidó su cita con aquel maldito hospital y con su chica. 

     - Hola cariño, hoy llegas más tarde, ­dijo Luna­ espero que hayas descansado. Ayer te veía muy mal.

     - Se supone que los ánimos debiera dártelos yo a ti, ­le recordó Gabriel­. La verdad es que no he dormido mucho. Hubiera preferido estar aquí contigo, pero te pusiste tan bruta. Bueno, al menos me he podido duchar y sabes qué, te he traído una cosa.

     - ¡Ah sí!, pues ven túmbate junto a mí y ahora me lo das, pero espera un momento, que van a dar una noticia en la tele. No sé si te has enterado, pero anoche la policía encontró a otra chica asesinada y además muy cerca de aquí, junto a la parada de bus de San Tomé. Es la tercera en lo que va de mes y todo apunta al asesino de la baraja, sin embargo la policía está desconcertada, puesto que no ha encontrado la carta que este suele dejar. 

     Gabriel se estremeció al oír eso, y no pudo por menos de echar un vistazo al libro que se había encontrado la noche anterior y al naipe que servía de marcador.

     - ¿Qué te pasa?, pareces contrariado.

     - No, nada. Olvídate de eso. Mira, ábrelo, ­le dijo Gabriel, según le entregaba una pequeña cajita­, ¿Te quieres casar conmigo?

     Luna apenas acertó a decir que sí al ver aquél anillo engarzado con un precioso diamante, justo antes de que se abriese repentinamente la puerta de la habitación.­ 

     - ¡Traigo una noticia maravillosa!, ­-dijo el doctor Claver-­. Todo ha sido un error. No hay metástasis. Dile que sí, porque te vas a poder casar con él. Esto es mejor que ganar con un foul de ases y treses.

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viernes, 13 de septiembre de 2013

EL SECRETO DE CHRISTINE (Benjamin Black)



TÍTULO: El secreto de Christine
AUTOR: Benjamin Black
AÑO: 2006
EDITORIAL: Alfaguara y Colección Serie Negra del Diario "El País".
+ INFO: Benjamin Black es un pseudónimo (en realidad heterónomo) de John Banville. El secreto de Christine es la primera novela de una serie que tiene otros títulos más: "El otro nombre de Laura" (2008), "En busca de April" (2011), "Muerte en verano" (2012) y "Venganza" (2013).



 


     La novela de la que hoy os quiero hablar está ambientada en el Dublín de los años 50 y protagonizada por Quirke, un patólogo (o forense) con un grave problema de adicción al alcohol, siendo esta solo una más, aunque tal vez la más importante, de las características con las que está dibujado este personaje, del que también podemos decir que es un cojo grandullón tendente a la depresión, viudo y enamorado de toda la vida de la hermana de su mujer. Con todas estas características de antihéroe es fácil de entender porque gusta tanto a los lectores.

     La trama de la novela nos cuenta como Quirke se encuentra con su cuñado Melachy Griffin (del que también es medio hermano, puesto que Quirke fue adoptado por el padre de Mal), ginecólogo de profesión, en el depósito de cadáveres en el que nuestro protagonista trabaja. Allí se encuentra el cuerpo de una joven llamada Christine, de la que muy pronto Quirke descubrirá que ha sido modificado su informe mortuorio. Intrigado, comenzará una investigación que le dará no pocos problemas y le llevará al descubrimiento de una organización "clandestina" dedicada al tráfico de bebés. 

     Paralela a esta, nos encontramos con otra historia al otro lado del charco, en Boston, protagonizada por una pareja peculiar, Andy y Claire Stafford, en la que los dos no ponen por igual en la relación, y que acaban de adoptar una niña. En medio de todo ello y como se dice en la sinopsis de la contraportada del libro, nos encontraremos una turbia trama de secretos familiares donde casi todos tienen mucho que decir y que callar.


     La novela está dividida en 3 partes. En la primera nos veremos intrigados con la posible, pero lenta, investigación que comienza Quirke en la que además iremos conociendo a los diferentes miembros de la familia.

     En la segunda, compartirá protagonismo Quirke, metido ya de lleno en problemas, con la pareja formada por Andy y Claire, mientras que en la tercera será cuando nos trasladaremos desde Dublín a Boston, descubriendo otros paisajes, para ver como se relaciona todo.


     Se trata de una novela verdaderamente interesante y de gran intriga, de esas que te piden leer más y más y que hacen que te den ganas de leer el resto de novelas que componen la serie de este personaje, Quirke, citadas anteriormente. Una novela muy bien escrita, ágil, que nos dibuja perfectamente los personajes y los escenarios, y que sin embargo, es considerada, según he podido leer, como una obra menor de Banville, y es que al parecer éste la escribió para evadirse de su propia literatura, para demostrarse a sí mismo que era capaz de escribir de otra manera, ya que cuando escribe como Banville (nombre con el que ha sido galardonado con los premios Booker, Irish Book Award y Frank Kafka, considerado como la antesala del Nóbel) como por ejemplo en "El intocable", "Eclipse", "Impostura" o "Antigua luz" tiene una prosa más estudiada, más concienzuda, no pasando de 200 palabras al día, mientras que cuando escribe como Benjamin Black es mucho más dinámico, más relajado, pudiendo escribir en alguna ocasión hasta diez veces más al día, de ahí que dijera que más que un pseudónimo era un heterónomo.

     ¡Ah, por cierto, se me olvidaba!, esta es una novela con la que en más de una ocasión fruncirás el ceño, pero para entenderlo tendrás que leer la novela, si no lo has hecho ya.
  

sábado, 7 de septiembre de 2013

PRESIDENTE ESCOBAR

     Bien, pues tal como dije en el anterior post, el presente iba a ser un cuento de fútbol, escrito al modo de una ucronía, en el que pudieramos leer una historia alternativa a la trágica muerte de Andrés Escobar de la que ya hablamos en un cuento anterior escrito en dos partes. Si no has tenido la oportunidad de leer anteriormente este cuento o lo que son las ucronías te lo pongo fácil dejándote aquí los enlaces. Espero que os gusten.




Ucronías: http://elultimohabitantedetokland.blogspot.com.es/2013/08/ucronias.html

La vida no termina aquí. El autogol de Andrés Escobar (I parte): http://elultimohabitantedetokland.blogspot.com.es/2013/08/la-vida-no-termina-aqui-el-autogol-de_18.html

La vida no termina aquí. El autogol de Andrés Escobar (II parte): http://elultimohabitantedetokland.blogspot.com.es/2013/08/la-vida-no-termina-aqui-el-autogol-de.html



     Las risas contagiaban el ambiente. Humberto había abierto la segunda botella de champagne, y como en la primera, la espuma brotó inesperadamente. Andrés estaba radiante, tomando unas pequeñas notas para poder dirigirse en breve a sus seguidores, a los votantes de su partido, la Liga Nacional Colombiana (LNC), que según los últimos datos del escrutinio, aunque todavía no definitivos, habría ganado las elecciones presidenciales.

     Comentaba con sus compañeros y con su padre algunos de los aspectos y el orden a tratar, pero tampoco quería ser muy concienzudo. Era un óptimo momento para la improvisación, para ser todo lo natural que él siempre había sido y que en la campaña electoral no había podido demostrar tal y como a él le hubiese gustado ¡ay, sus asesores!. No obstante, no se quejaba mucho, porque sólo habían sido ciertas consideraciones imprescindibles, consideraciones de esas que a él se le escapaban, al fin y al cabo su experiencia política todavía era bastante escasa, era prácticamente un novato, un novato que se convertiría en breve en Presidente de la República de Colombia, ¡quién se lo iba a decir a él cuando pateaba el balón por las principales canchas del mundo!, ¡quién se lo iba a decir a él cuando de niño pateaba el balón por las pobres canchas de arena de Medellín!

     La campaña había resultado muy dura, mucho más de lo que él se hubiera podido esperar. Al hecho de luchar encarnizadamente con uno de los partidos políticos más poderosos del país, con amplia experiencia en el gobierno, no en vano su candidato era el actual Presidente, que se presentaba a la reelección, había tenido que realizan miles de kilómetros viajando, en avión, en autobús, en coche ¡solo le había faltado subirse a un globo! Medellín, Bogotá, Santiago de Cali, Barranquilla, Cartagena de Indias, Manizales... y también localidades menores a las que no había querido dejar relegadas. Sin embargo, lo que no habría esperado nunca es que en esa campaña se utilizara el juego sucio para hacerle daño ¡él sólo quería estar en política porque creía que tenía algo que aportar, porque quería ayudar a la gente humilde de su país!

     Fueron varias las veces que le relacionaron con Pablo Escobar, el famoso capo de la droga, el máximo dirigente del Cártel de Medellín en aquellos años 80 y 90 tan violentos que pusieron a Colombia en el punto de mira de todo el mundo como uno de los lugares más peligrosos, sino el más, para vivir. Es cierto que había conocido a Pablo Escobar, que había estado relacionado con él, pero nunca en los términos que en la campaña se había querido insinuar. Él, ni mucho menos había sido amigo del todopoderoso capo que a tantos políticos había mandado asesinar. Pablo Escobar, como otros capos en otros equipos, había sido el presidente y protector del Atlético Nacional de Medellín, el equipo del corazón de Andrés, el equipo en el que era un ídolo, el equipo con el que había ganado una Copa Libertadores, la primera para un equipo colombiano, tras una agónica tanda de penaltis, frente al Olimpia de Paraguay, en la que incluso hizo un gol, el del primer lanzamiento desde los nueve metros. Tras aquella victoria, Pablo había recibido a su equipo en su finca, preparando una gran fiesta.

     A Andrés le recordaron también durante la campaña que el dinero que había ganado cuando militaba con los verdiblancos procedía seguramente de la droga, de la cocaína, y también de la extorsión y de la muerte. Sin embargo, él se defendía diciendo que solamente era un futbolista profesional que había hecho muy bien las cosas como defensa central, llegando al primer equipo del Nacional, lo que le había permitido fichar posteriormente por el poderoso Milán y un tiempo después por el Real Madrid y sobre todo proclamarse campeón del mundo con su selección en 1994. Cuando recordaba aquellos momentos, siempre le venía a la mente tres partidos de aquél campeonato, uno en la fase previa, cuando jugando en el Rose Bowl de Los Ángeles, frente a la anfitriona, Estados Unidos, ante noventa y tres mil espectadores, evitó un gol cantado al despejar contra el póster de su portería un balón cruzado desde la banda que esperaba para rematar Earnie Stewar, el delantero norteamericano. En aquél partido tan importante para Colombia, sobre todo después de haber perdido inmerecida e inesperadamente contra Rumanía en la primera jornada, Andrés acabó marcando el único gol del partido, ¡que testarazo, Andrés, que testarazo, le decían a su vuelta a Colombia! Y así había sido, un gran cabezazo, alzándose por encima de los defensores contrarios, al saque de un córner botado por Carlos Valderrama desde la izquierda, cuando el tic tac del reloj de Baldas, el árbitro italiano del partido, apunto estaba de marcar el final del encuentro. El empate casi hubiese dicho adiós a las posibilidades de Colombia en el campeonato, y eso que se presentaba como una de las favoritas, al menos así lo creía el mítico Pelé. Y es que aquella selección colombiana, la mejor de la historia del país andino, que había empezado tan discretamente el campeonato, juntaba a jugadores como el mencionado Valderrama, Leonel Álvarez, Faustino Asprilla, Adolfo “el tren” Valencia, Víctor Hugo Aristizábal y él mismo, Andrés Escobar, entre otros muchos buenos jugadores, que sin ser tan nombrados, formaban aquel equipazo dirigido por el maestro Pacho Maturana.

     El segundo gran momento personal de aquel campeonato fue cuando en la semifinal ante la sorprendente Suecia, en el estadio de los Giants de Nueva York, tras eliminar previamente a Brasil y Holanda en octavos y cuartos de final, metió otro importante gol. En aquella ocasión no fue tan decisivo como el del partido frente a Estados Unidos, ni siquiera tan espectacular, pero sirvió para dar tranquilidad al equipo, puesto que ponía el 2-0 en el marcador, en un partido que finalmente acabaría ganando Colombia por 3 a 1.

     El tercer gran momento, el mejor sin duda del campeonato, no fue por una actuación personal en un partido, sino cuando recibió como Capitán de Colombia la Copa del Mundo de manos del presidente de la FIFA, Joao Havelange, de nuevo en el Rose Bowl de Los Ángeles, que se había teñido de amarillo, para desolación de la afición de Italia, el país que inmediatamente se convertiría en su nuevo hogar tras fichar por el Milán.

     Escobar decidió que ya era el momento de dejarse ver, produciéndose un estallido de júbilo y alegría entre el público allí reunido. Los resultados ya no dejaban lugar para la duda, Andrés, sorprendentemente, sería el nuevo presidente de Colombia. Había sabido aprovechar su fama y su carisma de persona tranquila y buena. Trató de comenzar su discurso tres veces ante los vítores y cánticos de sus simpatizantes, envueltos en banderas verdes, el color de la LNC, que irremediablemente, y no por casualidad, recordaba al Atlético Nacional. Pronto empezó a recordar tiempos de su infancia y juventud, no sin dejar de mirar a su padre y su hermana que se encontraban detrás de él, junto con Pamela, la novia de toda su vida y ahora ya su mujer, que en breve se convertiría en la Primera Dama. Pertenecía a una familia media. No había sido rico, pero tampoco había pasado las necesidades de muchos de sus vecinos y compatriotas. Habló de sus prioridades, que estarían centradas, aunque en el ámbito de la política, en los valores que le había enseñado el gran referente de su vida, su madre, Beatriz Saldarriaga, fallecida cuando él apenas contaba dieciocho años, época en la que el fútbol ya era su gran aliciente. Siempre pensó que el deporte tenía que ser algo más que la competición en sí, algo más que una profesión, el fútbol tenía que ser un modo de ayudar a los demás. Andrés habló de otra de sus grandes preocupaciones, despejar –utilizaba este término tan característico suyo como defensa central que había sido– definitivamente la violencia del país. Se habían dado grandes pasos y el problema principal no eran ya los grandes cárteles de la droga. La muerte de Pablo Escobar una década antes en una operación del ejército de los EEUU fue importante, pero no definitiva, porque otros se preocuparon en ser los nuevos aterradores de la sociedad colombiana. El problema ahora era la guerrilla. El problema ahora eran las FARC.

     Sin embargo, Andrés sabía que aquella no era la noche para entrar en profundidad en el tema, aunque tampoco lo debía obviar, aquella era una noche de alegría. Andrés quiso expresar lo que antes había estado pensando, lo dura que había sido la campaña, recordó públicamente como se había querido jugar con su integridad, recordándole la relación con Pablo. Puso como ejemplo aquél partido que se vio obligado a jugar, sin él quererlo hacer realmente, en la cancha de fútbol de “La Catedral”, la prisión dónde cumplía condena el narcotraficante, un partido en el que participaron todos los internacionales del momento, incluido René Higuita, que le visitaba continuamente y que no tardaría en pisar la cárcel de forma más estable. Fue el único momento en el que se vio alterado a Andrés. No le gustaba aquello, sin embargo volvió a repetir que aquella noche era una noche de alegría, lo que a su vez provocaba una algarabía entre sus oyentes.

     Llegó el momento de finalizar su intervención y no quiso hacerlo de otra manera que recordando una frase que le había hecho famoso. La había utilizado cuando llegaron a Colombia tras ganar el mundial para referirse a los futuros éxitos de la tricolor, que como dijo, equivocadamente en aquella ocasión, no habían hecho más que empezar, la utilizó de nuevo cuando comunicó que dejaba su país para jugar en la vieja Europa y la volvió a utilizar cuando decidió dejar su carrera deportiva, cuando decidió colgar las botas, para indicar que se abrirían nuevas expectativas en su vida, aunque en ese momento no había pensado para nada dedicarse a la política, no era otra que “la vida no termina aquí”. En esta ocasión la utilizó con un nuevo sentido, esa noche quiso decir “hoy comienza una nueva vida para mí, hoy comienza una nueva etapa para Colombia”.