IV
La vida de Nico se estaba empezando a convertir en una montaña rusa, con sobresaltos casi a cada momento y la mayor parte de las veces nada deseados. Si no era suficiente ver como su compañero le estaba pisando los talones, como Arturo le había traicionado, o encontrarse en un breve espacio de tiempo y de la forma más inesperada a dos de las mujeres que más le habían marcado en su vida, ahora llegaba una nueva noticia en el ámbito laboral que le produjo –como al resto de compañeros– una profunda conmoción. La vida de Ernesto, el compañero con el que mejor había congeniado desde que trabajaba para la empresa de recobros, pendía de un hilo. Don Anselmo –apesadumbrado– había comenzado la reunión semanal de los lunes anunciándoles que su compañero había sufrido una brutal agresión por parte de uno de los morosos a los que estaba haciendo seguimiento. Nada más y nada menos que le habían atacado con una carretilla elevadora, empotrando el coche de la empresa donde él se encontraba contra una pared. Los sanitarios necesitaron de la ayuda de los bomberos para excarcelarle. Afortunadamente, el moroso a esas horas dormía en prisión acusado de homicidio en grado de tentativa.
El presidente de la empresa creyó que a pesar de haber dejado muy tocados a sus agentes lo mejor sería que estos se siguieran involucrando en su trabajo para no pensar en lo ocurrido con su compañero, algo que alguno entendió como que las personas no le importaban lo más mínimo y solo entendía de la producción que estas consiguieran, más cuando unos minutos después Don Anselmo les presentaba a un nuevo compañero que venía a sustituir la baja por depresión que había causado Ángel por el episodio de la amenaza de sentirse encañonado con una pistola.
Comenzaron a exponer como llevaban los casos y cuáles iban a ser sus agendas para la semana entrante tal y como había sido el deseo del patrón. Nico explicó los problemas que estaba teniendo con Fernando Rejón –omitiendo el episodio del parque–; pero eso no era lo que más le preocupaba. Nico estaba temeroso por oír hablar a Lucas. Había estado muy esquivo con él toda la mañana y sabía que su compañero había sacado conclusiones por lo vivido unos días antes cuando él le había perseguido, cuando había visitado su casa y ya solo esperaba que la bomba le explotase allí mismo, delante de los jefes y de todos los compañeros, incluyendo como no a Magdalena. Aguardaba la humillación pública, y por un momento pensó que era casi lo mejor que le podía pasar, acabar con la farsa que había montado y que se había convertido en una gran bola de nieve. Ser descubierto le supondría problemas sí, pero al menos podría volver a empezar a vivir su vida y no una de prestado, sin embargo se dio cuenta que algo raro pasaba cuando el siempre perfeccionista de Lucas Santolín apenas dio detalles limitándose a decir que el tema se le había enquistado un poco. No obstante sí quiso dejarle un par de recados al anunciar que había hablado con un vecino que le había confirmado que el coche del moroso había desaparecido de la noche a la mañana y que había estado investigando en sus redes sociales, aunque no había logrado encontrar nada de nada. Mientras Don Anselmo le preguntaba por el modelo de coche y le felicitaba por las nuevas aportaciones, pues a él no le habían parecido poca cosa, Nico supo que Lucas todavía no había relacionado a Nicolás Blanes y a Ismael Moreno como la misma persona. No todo estaba perdido.
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