sábado, 4 de abril de 2015

ENMASCARADO (I) (CAP. 1): GISELE, FRANK Y LOS HERMANOS






   I

   Jugueteaba con sus pechos la primera vez que sonó el teléfono. No hizo ninguna intención por cogerlo. Frank Sinatra debería esta vez esperar. Estaba disfrutando plenamente con su último capricho –una escultural belleza de tan solo veintitrés añitos, catorce menos que él– a la que había conocido la noche anterior en la fiesta organizada por su buen amigo y socio en alguno de sus muchos y lucrativos negocios inmobiliarios, Arturo Montero. La fiesta –la mejor de toda la temporada veraniega según la opinión de la mayoría de los invitados– se había desarrollado en la terraza VIP de la madrileña discoteca Oops! de Serrano, en el exclusivo distrito de Salamanca, aprovechando la todavía más que agradable temperatura existente a pesar de ser ya mediados de septiembre. Ambiente cosmopolita, muy exclusivo. Chic, como le gustaba decir a Arturo. Allí se habían juntado algunos de los jóvenes empresarios de mayor éxito del momento de la capital, artistas contrastados, futbolistas, modelos y alguna que otra mal llamada celebritie de las que últimamente hacían gala saliendo en ciertos programas de televisión. Los mejores DJ´s nacionales habían amenizado una noche que ya se habían encargado de alegrar decenas de mojitos, daiquiris y otros muchos cócteles exóticos.



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   Cuando se fijó en ella dejó de existir mundo alrededor. Mal seguía las conversaciones de los diferentes grupos en los que participaba y eso que allí se cocinaban importantes negocios y se especulaba con ciertas e inquietantes noticias económicas que –para ser sinceros– siempre le habían aburrido. Cumplía con una de sus máximas obsesiones sexuales, parecerse a alguna de las top models más importantes de la pasarela. Su aproximadamente 1´80 de altura y medidas perfectas ponían broche a su larga melena de color castaño claro, casi rubio, ojos rasgados azules, boca sensual y nariz angulosa. Tan solo le faltaban aquellas simpáticas y arrebatadoras pecas para parecer la mismísima Gisele Bündchen. Necesitaba conocerla. Nada podría evitarlo, ni tan siquiera el recuerdo de Itahisa, la bella odontóloga tinerfeña con la que compartía su vida desde hacía algo más de dos años.

   Arturo –posiblemente una de las personas que mejor conocían a Nico– se percató de la repentina ausencia interior –que no física– de su amigo. Su socio no era precisamente una persona que disimulase con la mirada por lo que pudo entrever cuál era su objetivo aquel día, sabiendo de antemano, que por muy bella que fuese la chica solamente sería una más de su larga lista de conquistas de una noche, dos como mucho. Se interesó como buen organizador y anfitrión por saber quién era la chica, pues seguramente sería una de las muchas que habían llegado a través de una famosa agencia de contratación. 

   –Nico, puedes venir un momento, me gustaría presentarte a un par de amigas –dijo Arturo, separando del grupo que hablaba de economía a su socio.
   –¡Por supuesto, truhán… ya te has dado cuenta! –respondió Nico.
   –¡Apenas se te nota, cabronazo! –dijo el primero sonriendo, provocando la risa de su amigo.

   Le presentaron a Lucía y también a otra de sus compañeras, que haría las veces de partener en la conversación junto con Arturo. Apenas un ratito después, se encontraban solos, sentados en aquel sofá blanco de piel de gran tamaño con un posavasos metalizado que tanto había gustado a Lucía. Philippe Starck –comentó Nico, dejándola pasmada por segunda vez. La primera había sido cuando él le susurró al oído –Absolutely Irresistible de Givenchy–, reconociendo su perfume con esencia de mandarina. El encanto personal de Nico hizo el resto. Era todo un seductor, un donjuán, un triunfador al que muy pocas mujeres podían resistirse. 

   La fiesta se alargó hasta altas horas de la madrugada. La mayoría de los invitados fueron poco a poco desapareciendo. Lucía y Nico, Nico y Lucía, abandonaron juntos la terraza, caminando despacio, riéndose por cualquiera de las múltiples ocurrencias del apuesto y todavía joven empresario en busca de su coche, un enorme Volkswagen Touareg azul noche metalizado, que siempre sorprendía a sus conquistas, mucho más cuando entraban en su interior.


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