sábado, 19 de septiembre de 2015

ENMASCARADO (XXIV). CAP.6: EL EXTRAÑO CASO DE NICOLÁS BLANES






V


   Habían pasado tres días desde la última reunión grupal y Nico comenzaba a estar nervioso. No sabía exactamente cuánto habría avanzado Lucas en su investigación. Tenía que abordarle en algún momento para intentar sonsacarle algo de información, ¿pero cómo?

   Decidió esperarle en el parking de la empresa hasta que llegase. Sabía que era una cuestión de unos minutos porque Lucas procuraba llegar puntual siempre y no le defraudó. Vio como llegaba con su BMW 320 negro. Recordó que no todos los agentes cobraban el mismo sueldo, sino que algunos, como era el caso de este y de Magdalena –probablemente los mejores de la empresa– tenían unos incentivos en forma de porcentaje del dinero recuperado. Esperó a que saliera del coche y avanzara hacia las escaleras y ascensor.

    –Hombre Lucas, ¿qué tal?
  –Hola Ismael, ¿qué haces tú por aquí sin el traje y sin maquillar? Tú siempre vienes en transporte público, ¿no?
 –Sí, sí, he bajado a ver si me había dejado ayer unos documentos que necesitaba en el coche de empresa, pero nada. Tendré que volver a revisar en la oficina.
  –Siempre andas igual. No te ofendas, pero eres un poco desastre.
 –Bueno hombre, un fallo lo tiene cualquiera. Pero sí, me gustaría ser tan efectivo como tú y tener tu experiencia. Poco a poco, supongo.

   Lucas le miró con un gesto de incredulidad, preguntándose si se estaba atreviendo a insinuar que alguna vez le podría dar alcance en sus métodos y profesionalidad.

  –Por cierto, ¿cómo llevas el caso ese tan raro, el del desaparecido?
  –Avanzando. He conseguido descubrir a uno de sus principales socios y también al que era su abogado. Voy a tratar de contactar con ellos. De todas formas, te veo muy interesado en mi caso. Hoy me preguntas, el lunes te ofreciste para ayudarme y dijiste que te encantaría llevarlo. 
  –Bueno, la verdad es que aparentemente es más interesante que el que yo estoy llevando, y encima he dado con un cabrón listillo de abogado que me ha sacado a colación que si utilizamos métodos ilegales y nos amenaza con denunciarnos. Disculpa de todas formas si crees que me estoy entrometiendo en tú trabajo.
  –¡No, hombre, tampoco es eso! –dijo inmediatamente Lucas reconsiderando su anterior comentario y pensando en que se podía haber extralimitado con su compañero–, pero sí me ha extrañado y he llegado a pensar que tal vez pudieras conocer a ese Nicolás Blanes.

   El comentario le supuso un auténtico mazazo y Nico tardó un par de segundos en contestar un tanto nervioso.

   –¡No, no, hombre, cómo se te puede ocurrir insinuar eso!, si yo en algún momento conociera a alguna de las personas sobre la que cualquier compañero esté trabajando lo expondría en la reunión de los lunes! ¡Qué ocurrencias tienes! –dijo riendo tratando de recomponerse y de quitar hierro a la situación.
  –¡Claro, claro, no sé ni cómo se me ha podido ocurrir! –respondió Lucas, volviendo a tratar de pacificar su encuentro en el parking–. Nada, olvida lo que he dicho, no me hagas ni caso.
  –Queda olvidado –contestó un tanto angustiado Nico–. Creo, de todas formas, que tú y yo no nos hemos dado una verdadera oportunidad de conocernos y si lo hiciéramos no habría entre nosotros las tiranteces que ha habido hasta ahora, ¿no crees?
  –Puede ser, de todas formas no lo tomes como nada personal. Yo soy una persona muy seria y rigurosa con el trabajo y es por eso que en ocasiones pueda no haberte parecido correcto o simpático. Trataré de serlo un poco más, pero no prometo nada –resolvió Lucas riendo mientras se abría la puerta del ascensor que daba acceso a las oficinas.

   Se dijeron un hasta luego. Magdalena, que había visto el final de la escena, no se podía creer el gesto de complicidad. Había pasado algo y ella no iba a dejar de saberlo.

   –¡Vaya, vaya, parece que ahora sois muy amiguitos Lucas y tú! ¿No, Ismael? Ya me contarás que ha ocurrido, porque ahora mismo estoy flipando...
   –Pues nada en especial, simplemente hemos coincidido en el ascensor y veníamos hablando. ¿Me vas a preguntar también por la conversación, cotilla?
   –A mí vosotros no me la dais –respondió una intrigante Magdalena, que lanzando un beso a Nico, se lo hizo llegar soplándolo con la mano debajo de su boca.

   El antiguo empresario y ahora agente de recobros sonrió fingidamente mientras su compañera se daba la vuelta hacia su oficina. 

   –No sé que voy a hacer contigo –dijo Nico, caminando tres pasos por detrás de ella, no pudiendo por menos de mirarla el culo–. Magdalena le guiñó un ojo.



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