martes, 8 de septiembre de 2015

ENMASCARADO (XXII). CAP. 6: EL EXTRAÑO CASO DE NICOLÁS BLANES






III


   Había cumplido. A pesar de que Emilio Luís le había repetido en más de una ocasión que acudiría a la cita, Nico no estaba seguro de que al final lo hiciese. Pero sí, allí estaba él. Era inconfundible a pesar de encontrarse de espaldas, su enorme silueta lo delataba. Tal y como habían hablado se encontrarían a las once en punto de la mañana en el banco que se encontraba frente a la puerta blasonada con el escudo de los Mendoza de la fachada principal del palacio gótico del Infantado de Guadalajara.

   –Hola Emilio –dijo Nico, apareciendo de repente por la espalda, al sentarse junto al que había sido apenas un tiempo atrás su gestor. 
   –¿Nico? ¿De verdad eres tú? ¡Estás… estás muy cambiado! Estás más delgado, y el pelo lo tienes más claro, ¿y la perilla, que ha pasado con ella?
   –Ya ves… necesitaba cambios. Creí que no vendrías.
   –Nunca te he fallado, Nico, a pesar de lo que me dijiste la última vez que nos vimos en mi oficina.
   –Lo sé –contestó este, un tanto apesadumbrado, tras un par de larguísimos segundos–, lo sé.
   –¿Qué está pasando, Nico?, desapareciste como por arte de magia. Tu padre vino a verme…
   –No te preocupes. Ellos ya saben que estoy bien. Les prometí que algún día se lo explicaría todo, pero de momento no puede ser.
   –No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo.
   –Mi mundo se vino abajo como un castillo de naipes. Se juntó todo, la quiebra, la ruptura con Itahisa… estuve a punto de hacer una tontería. La mayor de las tonterías.

   Emilio Luís se le quedó mirando sin decirle nada. Había comprendido perfectamente que hablaba de un intento de suicidio aunque no supiese el método elegido. Nico volvió a romper el silencio sepulcral que había provocado su confesión.
   –¿Tú cómo estás? Sé que mantienes el despacho.
   –Adaptándome como puedo a esta jodida crisis. Tratando de reinventarme con lo poco que me quedó y vendiendo alguno de mis preciados bienes. 
   –¿El Tapies?
  –No, todavía no, pero cada vez lo estoy pensando más seriamente. Ha venido uno de Christie´s a hacerme una oferta. 
   –Necesito tu ayuda –dijo Nico, cambiando radicalmente de tema.
   –Sabes que lo que necesites.
   –Muy pronto alguien preguntará por mí. 
   –¿Quién?
   –No importa, solo quiero que no le des ninguna información mía.
   –Si solo se trata de eso, con no haber contactado conmigo ahora poco podría decirle.
  –No hablo solo del tiempo que hacía que no me veías, mejor dicho, que no me ves. Cuando digo ninguna es ninguna. Ni de negocios, ni de la gente con la que trataba, ni que hacía o dejaba de hacer. Nada, ni siquiera una foto. Estoy seguro que te atosigará. Tratará de conseguirla de cualquier forma, incluso es probable que te ofrezca dinero, aunque no mucho.
   –¿Por qué, Nico?
  –Confía en mí. Simplemente estoy tratando de volver a empezar y esa persona me puede volver a destruir. ¿Me ayudarás?
   –No deberías ni dudarlo.

   Nico se levantó dando por terminada la reunión. Emilio Luís le imitó. Al ofrecerle la mano, el gigante no pudo por menos de tirar de él y darle un sincero abrazo y unas palmadas en la espalda. No sabía cuándo podrían volver a verse.


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