miércoles, 23 de diciembre de 2015

RESACA ELECTORAL



Han pasado ya tres días desde que los españoles fuimos a votar en unas importantes elecciones cuyo resultado no ha resultado para nada esclarecedor y la amenaza de unas nuevas elecciones en apenas unos meses está más que presente.

En este artículo no tengo la menor intención de hablar explícitamente de los resultados y de posibles pactos, ni siquiera de mi posición ideológica, en este post quiero hacer una reflexión, o varias, sobre un asunto del que se ha hablado bastante estos días, el coste electoral por escaño, el número de votos que ha necesitado cada partido para conseguir un representante en nuestro Parlamento. Si de esto se habla es por el desigual resultado, sin duda, y por la necesidad de cambiar el sistema electoral, defendido especialmente por algunos y creo que más o menos aceptado por la mayoría, en lo referido al reparto.  

Según el sistema actual, con la famosa ley D´Hont, que no pretendo explicar, y después de saber los resultados hemos comprobado como a algunos partidos su asiento en la Cámara Baja le ha salido por apenas 50.000 votos, cuando a un partido le ha costado más de 450.000, estando la mayoría entre los 60.000 y 90.000. No sé cuántas veces he escuchado, visto y leído en radio, televisión y prensa respectivamente, además de escuchado directamente a personas o leído también a través de las redes sociales lo injusto de esta situación, pero lo que nunca veo, oigo o escucho es una verdadera solución y es que como todo en la vida, tiene sus pros y sus contras. Yo no es que esté en contra de un cambio de modelo, pero sí me gustaría que los que se indignan tanto propusieran métodos y explicaran los beneficios y perjuicios.

Hay una cosa de la que sí estoy seguro, mucha gente que critica el actual método no se ha planteado el porqué de él y creo que si a esa gente le propusiéramos un cuestionario con preguntas bien planteadas, bien razonadas, con aspectos contradictorios intercaladas sin ninguna razón, ofrecerían respuestas totalmente contradictorias a sus planteamientos iniciales. ¿Alguien respondería que no si le preguntamos si le parece que todas las provincias españolas deben estar representadas en el parlamento tal y como dice la Constitución? Seguro que no. Sí, ya sé que si tuviéramos una Cámara Alta, el Senado, como una verdadera cámara territorial esto estaría solucionado, pero puesto que el Senado prácticamente actúa únicamente como cámara de doble lectura, de momento es una solución. ¿Y cuáles son las alternativas? ¿Circunscripciones más grandes que las provinciales como podrían ser las autonómicas?; ¿única, tal y como se hace cuando elegimos nuestros representantes para el Parlamento Europeo?. Así, se conseguiría sin duda un reparto prácticamente equitativo, pero cómo se conformarían las listas de los diferentes partidos, alguien cree que los representantes de Soria, Teruel, Cuenca o Lugo tendrían algún peso respecto a los de Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla, ¿aparecerían en puestos de salida? Creo que más que nunca funcionaría lo que tantas veces se ha criticado del amiguismo dentro de los partidos políticos, eso de llevarte bien con el que hace las listas para que te sitúe lo más adelante posible. No tendría nada que ver con ese añorado sistema de algunos países en el que los políticos son cercanos a sus electores, mejor dicho, a los ciudadanos del lugar por el que han sido elegidos, durante todo su mandato y no solo durante la precampaña y campaña electoral, a ese sistema en el que el político se debe a su gente y no a su partido, a un sistema en el que un político pueda votar en la asamblea correspondiente en libertad de conciencia y no bajo las directrices del partido (que por otra parte también tiene su lógica). Con ese sistema de circunscripción única, y tal y como somos en nuestro país de criticones, criticaríamos hasta que las papeletas medían un metro de larga para dar cabida a los 350 nombres necesarios, si no más, o al menos, que se yo, 200, por si un partido obtenía ese resultado.

¿Y qué pasaría con un sistema de circunscripciones más pequeñas para poder elegir a ese político más cercano que decía anteriormente? ¿Podrían los llamados partidos emergentes conseguir de verdad representantes en un país que, como en la gran mayoría, ha tenido 2 partidos más potentes que el resto, el llamado bipartidismo. Solo hay que ver qué pasa en Ceuta, Melilla o las provincias más pequeñas, en las que se eligen uno, dos o tres representantes.

No, la respuesta no es fácil. Tal vez la solución pueda ser un sistema mixto, un sistema en el que se puedan elegir un buen número de diputados por el método de circunscripción única y el resto por reparto equitativo en función de la población, asegurando que todas las provincias (incluido Ceuta y Melilla) tuvieran representación, aunque solo fuese 1 en lugar de los 2 actuales. No obstante, tampoco crean que no habría problemas. El que esto escribe se ha preocupado por analizar un tanto esta cuestión y resulta que si determinamos un representante por cada, pongamos, 150.000 habitantes, el reparto en circunscripción única sería mínimo y el cambio casi inexistente, y si aumentamos a un representante por cada 200.000 habitantes, la circunscripción única tendría un número más que interesante de 125 diputados, pero en contra tendríamos por ejemplo que cualquier provincia con menos de 400.000 habitantes solo tendría un representante, igualando territorios como Salamanca a Melilla. Con un número intermedio, 175.000 habitantes, la circunscripción única tendría 105 diputados, pero al repartir el resto entre las provincias y en base a los datos de población del INE en 2014 y los resultados obtenidos el pasado domingo, habría un cambio en los resultados, aunque no excesivo, así el P.P. hubiese obtenido 114 diputados (-9); el P.S.O.E., 85 (-5); Podemos, 76 (+7), C´s, 42 (+2); E.R.C., 10 (+1); D.L., 9 (+1); U.P.-I.U., 6 (+4); P.N.V., 4 (-2); E.H. Bildu, 2 (=); C.C., 1 (=), apareciendo P.A.C.M.A. con 1 escaño. Mientras, el famoso precio por escaño se equipararía un poco más, resultando como resultados más llamativos que a U.P. el escaño pasaría de costarle de algo más de 460.000 votos a poco más de 150.000, aunque seguiría siendo el doble que a la mayoría e incluso el triple que al P.N.V., mientras que a P.A.C.M.A. sería a quien le hubiese resultado más caro su escaño con sus casi 220.000 votos, aunque supongo que mejor eso y tener representante parlamentario que no llegar ni por asomo.

En definitiva, que el tema resulta más complicado de lo que parece y no todo se puede basar en comentar un dato sin analizar sus aspectos positivos y negativos, que los hay de ambos, que no todo puede consistir en alimentar una polémica como aquella falsa de los 500.000 políticos en España o la inexacta de los diputados que ya tienen ganado su derecho a jubilación después de 2 legislaturas.



lunes, 7 de diciembre de 2015

LA LEYENDA DE LA ISLA SIN VOZ (Vanessa Montfort)



TÍTULO: La leyenda de la isla sin voz
AUTORA: Vanessa Montfort
EDITORIAL: Plaza & Janés; Debolsillo (Penguin Random House)
AÑO: 2015
+ INFO: Vanessa Montfort es una dramaturga y novelista barcelonesa premiada y reconocida internacionalmente. Con su primera novela, "El ingrediente secreto" (2006), ganó la undécima edición del premio Ateneo Joven de Sevilla, galardón que repitió en la XLII edición senior en el año 2010 con "Mitología de Nueva York" de la que puedes leer mi reseña pinchando en el enlace. "La leyenda de la isla sin voz" es su tercera y última novela.


   Después de un tiempo sin traer hasta este blog ninguna reseña literaria, hoy traigo una de una novela deliciosa, precisamente de la autora de la que hice la primera. En "La leyenda de la isla sin voz" nos vamos a encontrar una novela al estilo de las narraciones de Charles Dickens, una novela decimonónica, victoriana, en la que será precisamente el autor inglés el protagonista de la misma.

   La trama de esta historia está narrada en dos tiempos con 25 años de diferencia, los que hay entre la primera visita de Dickens, ya un reputado y famoso autor, a la isla de Blackwell en 1842 y la que realizará en 1867, donde recordará los hechos vividos en su primera visita junto a Margaret, enfermera-encargada en la isla y la pequeña Nelly. La isla de Blackwell, situada en el East River de Nueva York (donde también transcurre la trama de Mitología de Nueva York), frente a Manhattan y Long Island es el lugar elegido por la cosmopolita ciudad para llevar a todos los que considera deshechos de la sociedad: criminales, huérfanos, locos, prostitutas, enfermos sin curación... De hecho, todo lo que se puede encontrar en dicha isla es un manicomio, un penal, un asilo para hombres y otro para mujeres, un orfanato, un hospital y algunas instalaciones más, entre las que destacaremos un faro.

   Dickens, como decíamos, ya un autor famoso, y comprometido con los desheredados, acude a la isla después que en un viaje de promoción de su última novela reciba un anónimo en el que se le insta a ir a la isla para descubrir un tesoro. Tras conseguir el pertinente permiso de las autoridades lo que se encontrará es un mundo que poco podía imaginar, un mundo de desidia y de abandono a todas esas personas que Nueva York en cambio si quiere olvidar. Y para ello no hay nada mejor que poner al frente de esa isla a un funcionario que no cree en su trabajo, que no cree en las personas que allí le envían, un funcionario, el señor Scraugh, que va viendo pasar su vida, día tras otro, sin ninguna motivación junto a su malvada mano derecha, Miss Grady. Pero Dickens también se va a encontrar con una bella y joven enfermera, Anne Radcliffe, por la que comenzará a sentir algo a pesar de estar casado, que trata de ayudar a los diferentes personajes que vamos a conocer: Lili, Tom "el gigante", Florita "la chamana", el pequeño Tim, el Ratón, Darcy Moore, la anciana Ada... cada uno de ellos con una historia detrás, con una pequeña tragedia personal.

   El primer objetivo de Charles Dickens es descubrir quien es la persona que le ha enviado el anónimo y así tratar de encontrar ese tesoro, que no será un tesoro al uso, a parte de poderse inspirar para una nueva obra literaria (de hecho, se nos da a entender que será allí donde se inspire para crear una de sus obras más famosas, "Cuento de navidad"). Sin embargo, en cuanto empiece a ver lo que sucede en aquella isla y con la ayuda de Anne Radcliffe tratará de mejorar la vida de aquellas personas, para lo que utilizara sus armas como creador de fantasías.

   Es por tanto esta novela, como he leído en un comentario a otra reseña de la misma, un canto a la libertar, la amistad, el valor y el amor. Escrita con un lenguaje sencillo, con una descripción deliciosa de cada uno de los personajes y de diferentes situaciones ambientales, es una novela que merece mucho la pena y con la que en mi opinión, Montfort se consagra como novelista, dejándome de nuevo una gratísima impresión como ya hiciera con "Mitología de Nueva York".


   [...] No se escuchó ni un solo grito. El silencio era tan espeso que costaba respirar. Si las circunstancias no hubieran sido tan extrañas, si aquella familia no hubiera estado formada por presos, huérfanos, locos y mendigos, si los gritos de las gaviotas no hubieran competido con los de Lili, Charles habría descrito aquella escena como un alumbramiento tradicional [...].


viernes, 27 de noviembre de 2015

ENMASCARADO (XXXIV). EPÍLOGO



Si quieres leer el comienzo de esta novela pincha aquí: inicio

anterior


   Llegó tarde a la oficina a la mañana siguiente. Se sorprendió al ver fuera de su despacho a Don Anselmo. El jefe de los jefes se acercó hasta él. Todo había acabado ya. Había tratado de pensar en cómo justificarse, y no había encontrado forma alguna, porque posiblemente no había una justificación aceptable. 

   –No sé que le está pasando, Ismael, pero últimamente está usted muy raro a la par que llegando siempre tarde al trabajo. Sé que le ha tocado vivir un momento difícil en la empresa con tanto percance, pero tiene que ser consecuente con su empleo y más disciplinado.

   ¿Había dicho Ismael? Eso quería decir que Magdalena, que les miraba a través del cristal de su pequeño despacho, no había dicho nada de lo ocurrido la noche anterior.

   –Tiene razón, he estado muy raro. La verdad es que he estado valorando muy seriamente la posibilidad de dejar la empresa y al final he pensado que era la mejor opción. Venía a despedirme y a recoger cuatro cosillas de mi armario.
  –¡No puede ser! ¿pero, por qué? Salvando esas cuestiones está haciendo un buen trabajo –dijo sorprendido Don Anselmo.
   –A veces las cosas no son lo que parecen –fue la única explicación que pudo o supo dar Nico.
   –¡Vaya por Dios, no puede haber un día completamente bueno en esta empresa! ¡Precisamente hoy que hemos recibido la noticia de la detención del asesino de Lucas, su compañero!

   Nico no daba crédito a la maravillosa noticia que estaba recibiendo por parte de Don Anselmo y no quiso por menos que saber cómo había sido. El jefe le comentó que la providencia –uno de los términos que más le gustaba usar– así lo había querido. El asesino, un sicario colombiano de medio pelo, tuvo un accidente de tráfico en su huída. La policía comprobó que tenía restos de sangre en la ropa que no se podían corresponder con la suya, con la del único corte que tenía en la cabeza. La Científica pudo cerciorar que era producto de salpicaduras y ataron cabos. Posteriormente encontraron el cuchillo del crimen en una cloaca cercana a la vivienda de Lucas y comprobaron que los restos de sangre de la ropa se correspondían con los del cuchillo y con los del agente de La Máscara. Ante las evidencias, el asesino no tuvo más remedio que confesar y en su confesión aseguró que se había equivocado de persona y que el encargo se lo había hecho un abogado llamado Tejón o algo así parecido. Los directivos de la empresa pudieron confirmar a la policía cuando estos les dieron la noticia, que otro agente se estaba encargando de persuadir –esa fue la palabra utilizada– para que pagara, a un abogado llamado Fernando Rejón. En solo unos días el caso había quedado resuelto. 

   Nico primero sintió una cierta angustia –él era el objetivo del colombiano– y después alivio. Él mejor que nadie sabía que no había asesinado a su compañero, pero tenía miedo de que se le pudiera implicar y mucho más de lo que estaba pensando Magdalena. Recogió en poco más de media hora sus cosas y se despidió de sus compañeros. También de la preciosa rubia con la que se había acostado la noche anterior. Tendría que ir a confirmar a la policía que era él quien había estado haciendo el seguimiento del abogado y como había sido hasta el momento el mismo. Magdalena, que sabía de las intenciones de Nico, no esperaba que su marcha fuera así de inminente. Pensó que ella tenía algo que ver.

   No lo podía permitir. Aquel chico no se la podía escapar. Si era necesario mandaría todo a paseo. Salió corriendo para sorpresa de todo el mundo y lo alcanzó en la puerta de salida. 

   –¿A dónde crees que vas sin mí? –dijo, sorprendiéndole por la espalda.
   –¿Sin ti? ¿Acaso te siguen interesando los tipos malvados capaces de matar a sus compañeros? 
   –¡No seas idiota! ¡Claro, claro, ya veo, quieres que te pida perdón!
  No –aseguró Nico–, tan solo quiero que nos vayamos a acabar la mousse de ayer… y comenzó a entonar…


“[…] I´ve loved, I laughed and cried
I had my fill, my share of losing
And now, as tears subside,
I find it all so amusing
To think I did all that
And may I say, not in a shy way
“Oh, no, oh, no not me,
I did it my way […]” [1]






Peñaranda de Bracamonte, julio de 2014






[1]  […] Amé, reí y sufrí; me tocó ganar, también perder; y ahora, cuando las lágrimas ceden; me resulta tan entretenido pensar que lo hice todo; déjenme decirlo sin timidez; oh no, oh no fue mi caso; yo lo hice todo a mi manera […] ”My way”. Frank Sinatra.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

CÓMPLICES





   Este relato breve, escrito ahora hace 5 años y que todavía no había publicado en este blog, forma parte de aquellos ejercicios que nos proponían en el taller de escritura. Se trata de un 2º relato que escribí con motivo de la conmemoración del "Día internacional contra la violencia de género" de 2010, al igual que ese otro relato llamado "El calendario", ya publicado en el blog hace 2 años, y que puedes volver a leer si pinchas en el enlace sobre el nombre. Recordar que esta actividad surgió a propuesta del Excmo. Ayuntamiento de Peñaranda y que todos los miembros del taller acogimos con gran ilusión.


   Llegaron cansados de trabajar. Después de una relajante ducha se dispusieron a preparar la cena y la mesa entre ambos. Siempre cenaban escuchando el Telediario de las nueve. Era prácticamente la única vez en el día en el que podían estar informados de lo que ocurría por el mundo. 

   Tras la información internacional se dio paso a las noticias nacionales. El presentador informó de un nuevo caso de violencia de género. Marta y Manuel supieron de la nacionalidad de la víctima, el número de caso anual, que su pareja era el principal sospechoso, que estaba huido y que no existían denuncias previas.

   -¡Esto es increíble! –exclamó Marta–. ¿Adonde vamos a ir a llegar?
   -Fíjate, ya van seis casos más que el pasado año por estas fechas –dijo Manuel ¡No sé como se va a poder solucionar esta lacra!
   -Y una vez más no había denunciado –añadió Marta-.

   Siguieron cenando. Dos noticias más y se pasó al deporte y la información meteorológica. Comenzó su serie favorita. Se escucharon ruidos y fuertes voces en el piso de arriba.

   -¡Ya están otra vez estos igual! –dijo Manuel–, ¡No podrán dejar de darse voces y dejarnos tranquilos una sola noche!
   -Hoy parece que están más alterados. ¿Llamamos a la policía?
   -¡Quita, quita, déjate de meternos en problemas! Total, si ya sabemos lo que pasa. Están un rato así, se calman, ella se va a acostar y él al bar a tomarse unas copas. ¡Mientras no empiecen de madrugada otra vez!
   -Tienes razón cariño. Además, luego hay que seguir conviviendo con ellos y cruzarse en la escalera o en el rellano del portal.


   Volvieron una vez más a media tarde al día siguiente. Como siempre llegaban cansados después de la dura jornada laboral. Esta vez se sorprendieron al llegar al portal. Un coche de policía con los rotativos encendidos amparaba al furgón de los servicios fúnebres. No pudieron articular ni media palabra cuando vieron a los operarios de la funeraria salir con el cadáver de su vecina del tercero.


viernes, 20 de noviembre de 2015

ENMASCARADO (XXXIII). CAP.8: NO HAY COMIENZO SIN UN FINAL






V


   Le sorprendió su llamada. Lo último que hubiera esperado en esa confusa tarde era que Magdalena le llamara para invitarle a cenar en su casa. Las dos veces que había estado allí se había acostado con ella.

   A las nueve en punto y vestido de forma informal –tal y como habían quedado– Nico llamaba a la puerta de Magdalena.

   –No es un Muga Aro de 2005, pero creo que servirá –dijo él al enseñarle la botella de vino que había llevado, un Marqués de Riscal de 2006 de poco más de quince euros, mientras la daba un beso en la mejilla.
   –Sí, seguro que vale. He preparado una lasaña de espinacas. Espero que te guste.
   –¡Sí, claro, perfecto!

   Nico la ayudó a terminar de poner la mesa. En realidad solo quedaban unos pequeños detalles, como las copas de vino y poco más. Algo le decía que lo que allí iba a pasar sería importante.

   –¿Qué tal con el nuevo caso? –preguntó Nico con cierta despreocupación, como quien no quiere la cosa –casi por cortesía– tratando de esconder la angustia de su interior.
   –¡Ah, no, no me apetece nada hablar del curro! –dijo Magdalena, tratando de cortar por lo sano.
   –Todavía no me creo lo que le ha pasado a Lucas.
   –Sí, yo tampoco.

   Charlaron de cualquier otra cosa que se les ocurría, pero la complicidad no parecía la misma que la de unos días antes en el Club Allard. No había las mismas risas. Entonces, cuando estaban comenzando a tomar el postre –una deliciosa mousse de chocolate blanco con granada– Nico, contrariado, hizo el comentario que empezaría a cambiarlo todo en su vida.

   –Me ha sorprendido que me llamaras hoy, así, de repente, invitándome a cenar, y en tu casa.
   –¿No te ha gustado?
   –Sí claro, pero no sé… a veces pienso que estás jugando conmigo.
   –¿Por qué piensas eso?
   –En una ocasión dijiste que no querías tener nada con ningún compañero…
   –Creo que sabes mejor que nadie que ya me he saltado mis principios un par de veces. Mira Ismael, no sé si será un juego, pero está siendo divertido. Yo al menos me lo estoy pasando muy bien y tú… tú creo que también –dijo, ahora sí, divertida, Magdalena fijando sus ojos verdes en él, mientras chupaba la cuchara de forma juguetona.
   –Para mí no es un juego…
   –¡Uy, uy, uy, si creo que mi hombrecito se ha enamorado! –dijo Magdalena mientras se levantaba y se iba a sentar encima de sus piernas.

   No necesitaron llegar al dormitorio para que se desatara la pasión entre ellos. Comenzaron los besos, en la boca, en el grácil y blanquecino cuello de ella… Se despojaron mutuamente de sus camisetas. Un minuto después Nico apartaba de cualquier manera los platos, copas y cubiertos de la mesa y la tumbó allí mismo. Mientras la desabrochaba los pantalones vaqueros, Magdalena alcanzó a meter un par de dedos en una de las copas de la mousse, extendiéndosela por uno de los pechos y su terso vientre. No tardó él en acudir a tan grata invitación, lamiendo su cuerpo manchado de blanco, para después jugar con su lengua con el piercing de su ombligo y seguir hasta su sexo. Tras los juegos preliminares, comenzó a penetrarla como si fuera la última vez… pero no sería así. Hicieron el amor varias veces más; en el suelo, de pie, hasta que acabaron en la cama donde compartieron sudor, efluvios... gustándose, sin prisas. 

   Cansados ya de tanto derroche, de tanta pasión, se quedaron aletargados en la cama –que esta vez tenía sábanas rojas de percala–. Nico –todavía con los ojos cerrados– trataba de recuperar la respiración. Magdalena –también fatigada– le miraba de soslayo con un gesto de satisfacción.

   –¡Ha sido fantástico, verdad… Nicolás!

   El golpe fue brutal. En ese momento lo que menos esperaba Nico es que ella le llamara de esa forma. Hizo como si no la hubiese oído.

   –¿No dice nada… señor Blanes?

   Ya no quedaba ninguna duda. Lo que no había conseguido Lucas, lo había conseguido su avispada compañera. Nunca pensó que ella fuera a ser tan vil de hacérselo saber en una situación como aquella, desnudos, después de haber follado, casi jadeantes.

   –Fui al campo de golf de la Moraleja, donde eres socio. Lucas hizo algunas cosas bien, pero no todas. Leí su informe en el que decía que se había reunido allí con tu socio, con Arturo, pero no se le ocurrió pensar que si él era socio, tú también lo podías ser y así tratar de conseguir más información. No, nada más saber tú dirección, rápidamente fue a investigar por allí, y resulta que vio tu coche de empresa por allí cerca. Pensó que os conocíais, pero nunca supo que erais la misma persona. Yo hablé con el personal de administración del club. Hubo uno que trató de hacerse el duro, diciendo que no podía dar información de los socios, pero rápidamente salió el baboso que no puede resistirse a dos gestitos de una chica como yo y me dejó tu ficha.
   –¡Siempre supe que eras una chica especial, muy, muy lista, la mejor sin duda! –dijo Nico mirándola con admiración pero a la vez con un cierto temor. Ahora estaba en sus manos, pero eso no era lo que más temía. Le dolía mucho más pensar en que aquello se podía haber acabado. Se había enamorado. 
   –Sí, lo sé. Lucas también trató de rastrear tus redes sociales, y no encontró nada de nada; habías sido listo y habías bloqueado el acceso, pero no se le ocurrió que podías aparecer en alguna fotografía en los perfiles de tus amigos. La verdad es que me estoy empezando a decepcionar con nuestro compañero. Encontré una de una fiesta del pasado otoño en la terraza de una discoteca y entre esa, la del campo de golf y el informe detallado de todo lo que había hecho Lucas no tuve la menor duda. Has cambiado algo, el color del pelo, te has rasurado la perilla, pero claro, yo he follado contigo y hay detalles que para otro pasarían desapercibidos, pero para mí no, como esta marquita que tienes aquí –dijo Magdalena, besándole sobre la misma.

   Nico no esperaba ese gesto y de forma instintiva se separó unos centímetros.

   –¿Qué vas a hacer ahora?
   –No lo sé.
   –Deberías cumplir con tú trabajo; demostrar que eres la mejor. Don Anselmo estará encantado.
   –Sí, debería…

   Magdalena se quedó callada, mirándole, y él supo lo que estaba pensando.

   –¡Venga, hazme la pregunta que estás pensando! –le demandó Nico.
   –¿Qué pregunta?
   –¡Sabes bien a qué pregunta me refiero!

   Magdalena se quedó en silencio durante treinta segundos, treinta segundos que parecieron una vida entera. Nico siguió mirándola, desafiándola en silencio. Ella supo inmediatamente que no tenía más remedio.

   –¿Tienes algo que ver con la muerte de Lucas? –dijo por fin ella, aunque por su mente lo que había pasado realmente era preguntarle si había sido él quién había matado a su compañero.
   –¿Tú qué crees? –volvió él a preguntar, demandando una respuesta antes de ofrecer la suya propia.
   –No lo sé, Nico, es todo tan difícil, tan extraño. Te estás haciendo pasar por una persona que no eres. Lucas te está investigando, ha llegado a algunas conclusiones y de repente es asesinado desapareciendo únicamente la maleta donde puede llevar información relevante al caso. Me gustaría pensar que no, ¡pero no lo sé! –dijo Magdalena a punto de llorar.
   –Entonces, si no lo sabes, me tengo que ir. No está bien que te acuestes con asesinos.



viernes, 13 de noviembre de 2015

ENMASCARADO (XXXII). CAP. 8: NO HAY UN COMIENZO SIN UN FINAL






IV


   El féretro salió entre aplausos de la Real Parroquia de San Ginés. Tras él, su afligida viuda y sus dos hijos menores de edad –Mateo de siete años e Irene de cinco, que no terminaban de comprender que no volverían a ver nunca más a su padre–. Tras estos y algunos otros familiares marchaban Don Anselmo, Don Miguel y Don Carlos con sus respectivas esposas, seguidos del resto de compañeros y empleados de “La Máscara”. Magdalena –del brazo de Ismael– no se terminaba de creer lo que estaba pasando. En menos de un mes había perdido a tres compañeros; Ángel por deseo propio –si es que así se podía decir– al no haber podido superar el miedo de verse amenazado con un arma por el deudor al que estaba investigando, Ernesto, que se debatía entre la vida y la muerte por la salvajada con un toro mecánico de otro moroso, y ahora Lucas, asesinado vilmente de tres cuchilladas –como había concluido la forense– por un desconocido, y que la policía había asegurado no tardaría en encontrar.

  –Este trabajo se está empezando a convertir en muy peligroso –dijo Magdalena en voz baja a su compañero.
   –Sí, no me extrañaría que más de uno pidiera la baja.
   –¿Te lo estás planteando en serio? El otro día me dijiste que estabas un poco harto.
   –Tal vez…
   –¿Sabes que Don Anselmo me ha pedido que me haga cargo del trabajo que estaba llevando Lucas? 

   Nico no contestó, tan solo se limitó a mirar a aquella chica que últimamente le tenía embelesado con su atractivo y sobre todo con su humor y sus extraños modos de educación. 

  –No dices nada –volvió a insistir Magdalena–. ¿Crees que ese caso puede tener algo que ver con su muerte?
   –No creo –opinó cariacontecido y taciturno Nico. 
  –La policía sólo ha echado en falta su maletín. Conservaba su cartera, por lo que un robo de un caco cualquiera no parece que sea el motivo.
   –¡Dejemos a la policía trabajar!... Ya nos dirán lo que sea. Ahora estamos en su funeral y no creo que sea lo más conveniente estar hablando de esto, ¿no crees? –dijo Nico mucho más enérgico ahora, lo que sorprendió a su compañera que no pudo por menos que cumplir sus deseos dando por callada la respuesta.

....................

   Don Anselmo les había permitido un día libre después del funeral. Últimamente se estaba convirtiendo en habitual tener que dar días libres para tratar de superar malos tragos. Nico lo había aprovechado para ir a ver a Ernesto que permanecía en cuidados intensivos sin muy buenas perspectivas.

   Cuando llegó a las oficinas al día siguiente pudo ver como Magdalena se encontraba junto con Don Carlos y Maica, la eficiente informática que trabajaba para el conjunto de empresas del edifico –para las cinco empresas de recobros– trabajando con el ordenador del malogrado Lucas. Sabiendo de la eficiencia de su compañero, era fácil presumir que tendría guardado algún informe sobre su caso. Sintió como de nuevo las cosas se ponían feas para él. Llevaba unos días más tranquilos, los días en los que la relación con aquella rubia que ahora permanecía a la espera de lo que pudiera sacar de aquel ordenador la informática le habían ilusionado con una nueva oportunidad.

   No había pasado ni una hora cuando le pareció oír como Don Carlos y Magdalena se despedían de Maica agradeciéndola sus eficaces servicios. Salió a la puerta de su despacho y observó como ambos la besaban. Tenían lo que querían. Magdalena se despidió también del hijo de Don Miguel y se encerró en su despacho. Permaneció allí un par de horas, leyendo y tecleando en el ordenador. Nico pasó un par de veces por delante del modesto cubículo y en una ocasión decidió entrar para saludarla. No lo había hecho en toda la mañana. Magdalena estuvo poco receptiva –algo que era anti-natura para su habitual buen humor–. Sabía algo.

   No se pudo concentrar en el resto de la mañana. Simulaba de vez en cuando como que trabajaba con su ordenador, pero en realidad no hacía nada. Por momentos pensó que tal vez fuera mejor decírselo directamente, acabar con la farsa, como últimamente estaba pensando, al fin y al cabo Magdalena no tardaría en descubrirle. La rubia de pelo rapado era todavía más intuitiva que Lucas. No se atrevía.

   -¡Me voy a jugar al golf! –la oyó decir a un par de compañeros que se encontró en el pasillo ante el desconcierto de estos.




viernes, 6 de noviembre de 2015

ENMASCARADO (XXXI). CAP. 8: NO HAY UN COMIENZO SIN UN FINAL





III 


   Tuvo que superar sus reticencias iniciales y volver hasta el despacho de abogados de Fernando Rejón. Esta vez, en cambio, prefería hablar con Rocío, esperando la respuesta pendiente que había quedado el domingo anterior cuando charló con ella en la casa del abogado. No pudo ser, el abogado listillo –como había decidido llamarle Nico desde hacía un tiempo– estaba allí y tras una nueva fotografía –que serviría sin duda como prueba de las malas prácticas de los agentes de “La Máscara, cobro de morosos, S.A.”– le invitó a salir de sus oficinas si no quería que volviera a llamar a la policía. 

   –¡Por favor, señor Rejón, atienda a razones. Será más fácil para todos. Para usted, para mí, para mi empresa, para sus acreedores, incluso para Rocío, su mujer –dijo Nico, tratando de convencerle!
   –¡Usted no sabe lo que es o deja de ser mejor para mí, y por cierto, a Rocío, que ya veo que sabe su nombre, no quiero que la meta en esto y ni siquiera la nombre, de lo contrario nos las tendremos que ver de forma diferente a la de los juzgados, porque no sé si sabrá que estoy preparando una demanda contra usted y su empresa!
   –¡Está bien, me marcharé. Por esta tarde ya está bien. Haga lo que crea que tenga que hacer, pero le insisto que es más fácil pagar y olvidarse de todos los problemas! Veo que la vida le va bien, una bonita casa, un magnífico coche, este despacho… seguro que el importe reclamado para usted no es tanto. ¡Rocío, por favor, trata de convencerle tal y como hablamos el domingo!
   -¡Fuera, pedazo de cabrón! –gritó iracundo el abogado que no pudo por menos de mirar con un cierto desprecio a su pareja al enterarse que aquel individuo con la cara verde la conocía mejor de lo que podía alcanzar a pensar y había podido estar sentado en el sofá de su casa. Al mismo tiempo que salía Nico por la puerta de las oficinas, Fernando Rejón hacía una llamada con su teléfono móvil.

....................

   Lucas se sentía un tanto frustrado. No terminaba de conseguir asociar a Nicolás Blanes con su irresponsable compañero Ismael Moreno. Pero relación había, de eso no le cabía la menor duda. Tenía que conseguir la prueba definitiva y para hallarla creía que lo mejor era seguirle frecuentemente, dejando a un lado otro de los casos. Nicolás Blanes era prioritario. No había conseguido avance alguno en toda la tarde. Ismael había estado visitando el bufete de ese abogado que le estaba dando tanto trabajo y problemas. Le había seguido, como también lo había hecho el domingo anterior cuando vio como entraba en su domicilio particular. 

   Se lamentó todavía más de su infortunio cuando se cercioró que lo había perdido definitivamente en carretera a consecuencia del tráfico y de la temprana e incipiente oscuridad del todavía invernal febrero, después que su compañero abandonase las oficinas del picapleitos. Trataría de encontrarlo. Decidió visitar el domicilio del abogado por si Ismael había pensado seguir con su acoso particular. Desde luego él actuaría así, a pesar ya de la hora que era. No tuvo suerte. Pensó en probar con una visita al domicilio del señor Blanes, por si acaso Ismael había vuelto por allí. Nada, aquél sin duda no era su día. Tras meditarlo durante un buen rato, decidió marcharse directamente a su casa, sin pasar ni siquiera por la empresa a cambiar de vehículo. Necesitaba descansar y hacerlo ya. 

   Dejó el New Beetle amarillo a dos manzanas de su domicilio. Lucas se desmaquilló lo mejor que pudo dentro del interior del coche. Dejó la chaqueta y el sombrero y cogió el maletín procurando que no se leyese el nombre de la empresa. Era mejor que ningún vecino le pudiese relacionar con ella y con ese trabajo tan ingrato. Juzgó además que le vendría bien tomar el aire fresco. En ningún momento se apercibió de aquella sombra, una sombra que le había estado siguiendo desde el mismo momento en que salió de las oficinas del abogado y que no había tenido ningún celo por tener que esperar tanto tiempo, por esperar la oportunidad más adecuada.

   Y la oportunidad más adecuada había llegado. Caminó apenas a siete u ocho metros detrás de aquel payaso con restos de pintura verde en la cara con total naturalidad amparado por la oscuridad. Esperó una distracción que no llegaba. El cobrador de morosos tenía sin duda prisa. Su paso firme y ligero así lo indicaba. Vio como se paraba ante el dorado y metálico número 24 de aquella calle en penumbra y sacaba unas llaves del bolsillo. En el momento en que Lucas Buenfría introducía las mismas en la cerradura sintió un fuerte dolor en el costado. Una, dos y tres veces. Tres veces fueron las que el cuchillo de aquella sombra penetraba en su cuerpo. Tres veces con toda la intensidad del mundo, con la misma intensidad que ahora su sangre brotaba hacia fuera. Cayó desplomado dejando caer las llaves al suelo. Antes de morir vio como aquel sujeto se llevaba su maletín.



viernes, 30 de octubre de 2015

ENMASCARADO (XXX). CAP. 8: NO HAY COMIENZO SIN UN FINAL






   Magdalena apareció con un elegante vestido negro con lunares blancos, corto y de aspecto juvenil que realzaba su espléndida figura. Nico estaba encantado de verla así y no con el traje amarillo de faena tan poco femenino.

   –¡Estás guapísima!
   –Soy guapísima –alegó ella sin ningún rubor–. Tú en cambio estás hoy un poco simplón con esos vaqueros y la camisa, ¿no tienes una americana que ponerte? Había pensado llevarte a un Burguer King, pero al final te voy a llevar a un restaurante que es la hostia, muchísimo más pijo.
   –¿Ah sí, dónde si se puede saber, aunque más pijo que un Burguer King es casi cualquier cosa?
   –¡Bueno, no te creas, no veas en los tugurios en los que he estado!

   Bajaron al parking y cogieron el coche de ella. Ismael, aparentemente viajaba siempre en transporte público desde su casa de Guadalajara. Un buen rato después –salvado el intenso tráfico de Madrid a esas horas– entraban en el restaurante del Club Allard, ubicado en Casa Gallardo, un edificio de corte modernista de principios del siglo XX, situado cerca de la Plaza de España. Tenía un ambiente acogedor y agradable y como había dicho Magdalena era bastante pijo, al menos muchísimo más que un Burguer King. Sin duda la comparación no era la mejor; el Club Allard contaba con amplios salones de techos altos con ricas escayolas y lámparas lujosas a la par que grandes ventanales que aportaban una interesante luz natural. El maitre les propuso un menú a base de snacks, entradas, un plato de carne y otro de pescado y diferentes postres y café. También cometió el típico error de preguntar al varón por el vino.

   –Déjeme a mí la carta de vinos, si no le importa –le dijo al jefe de sala, a lo que este, un tanto azorado, no puso ningún reparo sabiendo que se había equivocado.
   –¿Eres entendida en vinos? –preguntó Nico. 
   –Un poco –contestó Magdalena mientras indicaba al maitre su elección, un Muga Aro de 2005.
  –¡Vaya, veo que sí, que eres más que entendida. Es un excelente Rioja!, por cierto, ¿te has fijado en el precio?
  –No te preocupes por eso, ya me lo cobraré en carne –dijo ella riendo, mientras el empleado del club se retiraba de la mesa sonriendo.



   Empezaron a disfrutar de la comida de forma distendida, hablando de muchos temas, incluidos, como no, los referentes a sus trabajos, a pesar de que la idea era precisamente olvidarse de ellos. Con la segunda copa del tinto crianza se les empezó a soltar la lengua.

   –¿Entonces, quién es esa mujer tan especial a la que ahora estás tocando los cojones?

   Nico no terminaba, por más que lo intentaba, de acostumbrarse a la claridad de las palabras de su compañera.

   –Se llama Rocío y es la primera chica con la que yo…
  –¡Estás persiguiendo a la tía que te desvirgó, ja, ja, ja, eso sí que es bueno! –comentó Magdalena incrédula.
   –Sí –confirmó Nico riendo también aunque de forma más comedida. Bueno, en realidad estoy siguiendo a su marido, o novio, o amante, no sé lo que son. No me atreví a preguntárselo. Sé que trabajan juntos y que amanecen juntos. También que hacen deporte juntos. Y lo peor de todo, o lo mejor, porque sé que cuando te lo cuente te vas a mear ahí mismo de la risa, es que el sábado les perseguí en una barquita del Retiro y aprovechando el impulso que llevaba les choqué tirándole a él al agua cuando me estaba amenazando.

   Magdalena no pudo más. Comenzó a reírse de forma desmedida mientras espurreaba el vino que tenía en la boca y daba unos golpes en la mesa provocando un pequeño escándalo entre la gente de bien que también estaban disfrutando de su comida en el Club Allard. 

   –Te iba a proponer para bajar la comida pasear por el Templo de Debod que está aquí al lado, pero acabo de decidir que no, que nos vamos a ir al Retiro y me vas a dar un paseo en barca –sentenció la rubia de pelo rapado, que no había parado de reír, mientras se frotaba los ojos con las manos.
   –¡Estás muy loca, Magda!
   –¡Lo sé y por eso te gusto, por cierto, es la primera vez que me llamas así… Magda!
  –Mañana me gustaría despertarme y desayunar con una fan de los Bulls, ¿crees que será posible? –preguntó Nico en lo que era toda una declaración de intenciones para lo que debía pasar después del paseo en barca.
  –¡Tendré que saltarme por segunda vez mis principios de no acostarme con compañeros! –resolvió Magdalena como si aquello le supusiera un gran esfuerzo.


sábado, 24 de octubre de 2015

ENMASCARADO (XXIX). CAP. 8: NO HAY COMIENZO SIN UN FINAL





I


   Tras el incidente de El Retiro, Nico se sentía especialmente raro. Pensaba que estaba buscándole las vueltas a una persona a la vez que él se había metido en la piel de otra para evitar que le sucediera algo parecido. Sin embargo, si quería seguir adelante con aquello, de lo cual estaba cada vez menos seguro, tenía que avanzar con el caso.

   De nuevo el cielo estaba despejado y la temperatura era bastante agradable, por lo que no quiso desaprovechar la mañana del domingo, pensando que podía ser otro día de deporte para el abogado listillo, si este no se había sentido suficientemente humillado con su chapuzón en el lago. Se equivocó. Al parecer las intenciones de Fernando Rejón para ese día no pasaban por hacer deporte sino de viajar, al menos eso dedujo Nico al verle introducir una maleta de gran tamaño en su vehículo justo cuando el agente de “La Máscara” accedía a la calle donde vivía el abogado. Fernando se apercibió de la presencia del New Beetle amarillo y, nervioso, cerró inmediatamente el maletero de su Jaguar XJ, arrancando el coche unos segundos después, marchándose a toda velocidad. 

   –¡Vaya, vaya, al parecer sí que tenemos para un Jaguar nuevecito! –pensó Nico.

   Comenzó a seguirle, pero tan solo tres o cuatro minutos después cambió de idea. Vio como tomaba la calle Alcalá y algo le dijo que se dirigía hacia el aeropuerto, lo cual significaba que Rocío se podría haber quedado sola en casa. Era el momento de tratar de hablar con ella. Era el momento de solucionar ese problema.


   Se quitó el maquillaje verde lo mejor que pudo y dejó el sombrero en el coche. Con Rocío no se podía comportar de la manera que lo estaba haciendo con su marido, novio o lo que fuera para ella Rejón. Pese a ello, tendría que visitarla con el excéntrico traje amarillo. Creyó conveniente acudir a su casa y presentarse como la persona que realmente era, como Nico, el que fuera un día hermano de su mejor amiga y también uno de sus primeros amantes –o al menos eso creía él- aunque eso pudiera suponer algún peligro. 

   Nico accedió al portal pensando que la sorpresa que se iba a llevar Rocío sería mayúscula. Ni siquiera por un momento pensó que cuando entraba en el número 28 de la calle Núñez de Balboa, estaba siendo vigilado desde otro New Beetle amarillo.



II


   Entró sin llamar a su despacho y se sentó en una de las sillas dispuestas para los clientes y visitas. No era algo que le extrañase, la verdad. Magdalena en esa empresa tenía como una carta blanca para hacer y deshacer lo que otros ni siquiera podían imaginar.

   –¡Adelante, siéntate si quieres! –dijo él de forma irónica. 
   –¿Qué te pasa Ismael, te he visto muy raro durante la reunión con los jefazos?

   Por más que había oído expresiones similares, Nico no se terminaba de acostumbrar a que su compañera hablara así. A él le gustaba decir la reunión semanal e incluso utilizaba el anglicismo “briefing” que a Magdalena solo le producía risas.

   –¿Me debería pasar algo?
  –Tú dirás. Yo sólo sé que en las últimas semanas no eres el mismo Ismael que conocimos cuando llegaste a trabajar con nosotros.
   –Tal vez sea que me estoy empezando a cansar de este trabajo. 
  –Lo que ha pasado últimamente con Ángel y Ernesto no es lo normal –dijo Magdalena tratando de animarle–. Supongo que lo de Ernesto nos ha afectado especialmente y mucho más a ti. Ha sido muy cruel. ¿Has ido a verle?
   –No, todavía no he podido. He tenido un fin de semana bastante movidito.
  –¿Qué te ha pasado, si se puede saber? El disco de Bublé bien vale un par de intromisiones más, ¿no crees? –matizó ella para tratar de quitar hierro al asunto.
   –Sí, dijo Nico, pero solo un par –sonriendo por vez primera.
   –¿Entonces?
   –Digamos que en el caso que estoy llevando me he encontrado con una mujer que fue muy especial para mí hace mucho, mucho tiempo, y no sé bien como actuar. Ayer hablé con ella largo y tendido.
   –¿Solo hablaste? ¿Me puedo sentir celosa? –volvió a decir riendo y mostrando su maravillosa sonrisa.
   –¿Celosa? ¡No lo sé, tú dirás!
   –¡Ja, ja, ja… puede! Oye, yo también estoy llevando ahora un par de casos un poco jodidos. ¿Te parece que dejemos por un día esta mierda de curro y salgamos a divertirnos? Te invito a comer.
   –Me parece una idea maravillosa, aunque creo que a Don Anselmo no le va a gustar nada.
   –A Don Anselmo que le den… –le susurró Magdalena al oído cuando se levantó–. En diez minutos nos vamos.


viernes, 16 de octubre de 2015

ENMASCARADO (XXVIII). CAP. 7: SOSPECHAS






IV


   La vida de Nico se estaba empezando a convertir en una montaña rusa, con sobresaltos casi a cada momento y la mayor parte de las veces nada deseados. Si no era suficiente ver como su compañero le estaba pisando los talones, como Arturo le había traicionado, o encontrarse en un breve espacio de tiempo y de la forma más inesperada a dos de las mujeres que más le habían marcado en su vida, ahora llegaba una nueva noticia en el ámbito laboral que le produjo –como al resto de compañeros– una profunda conmoción. La vida de Ernesto, el compañero con el que mejor había congeniado desde que trabajaba para la empresa de recobros, pendía de un hilo. Don Anselmo –apesadumbrado– había comenzado la reunión semanal de los lunes anunciándoles que su compañero había sufrido una brutal agresión por parte de uno de los morosos a los que estaba haciendo seguimiento. Nada más y nada menos que le habían atacado con una carretilla elevadora, empotrando el coche de la empresa donde él se encontraba contra una pared. Los sanitarios necesitaron de la ayuda de los bomberos para excarcelarle. Afortunadamente, el moroso a esas horas dormía en prisión acusado de homicidio en grado de tentativa.

   El presidente de la empresa creyó que a pesar de haber dejado muy tocados a sus agentes lo mejor sería que estos se siguieran involucrando en su trabajo para no pensar en lo ocurrido con su compañero, algo que alguno entendió como que las personas no le importaban lo más mínimo y solo entendía de la producción que estas consiguieran, más cuando unos minutos después Don Anselmo les presentaba a un nuevo compañero que venía a sustituir la baja por depresión que había causado Ángel por el episodio de la amenaza de sentirse encañonado con una pistola.



   Comenzaron a exponer como llevaban los casos y cuáles iban a ser sus agendas para la semana entrante tal y como había sido el deseo del patrón. Nico explicó los problemas que estaba teniendo con Fernando Rejón –omitiendo el episodio del parque–; pero eso no era lo que más le preocupaba. Nico estaba temeroso por oír hablar a Lucas. Había estado muy esquivo con él toda la mañana y sabía que su compañero había sacado conclusiones por lo vivido unos días antes cuando él le había perseguido, cuando había visitado su casa y ya solo esperaba que la bomba le explotase allí mismo, delante de los jefes y de todos los compañeros, incluyendo como no a Magdalena. Aguardaba la humillación pública, y por un momento pensó que era casi lo mejor que le podía pasar, acabar con la farsa que había montado y que se había convertido en una gran bola de nieve. Ser descubierto le supondría problemas sí, pero al menos podría volver a empezar a vivir su vida y no una de prestado, sin embargo se dio cuenta que algo raro pasaba cuando el siempre perfeccionista de Lucas Santolín apenas dio detalles limitándose a decir que el tema se le había enquistado un poco. No obstante sí quiso dejarle un par de recados al anunciar que había hablado con un vecino que le había confirmado que el coche del moroso había desaparecido de la noche a la mañana y que había estado investigando en sus redes sociales, aunque no había logrado encontrar nada de nada. Mientras Don Anselmo le preguntaba por el modelo de coche y le felicitaba por las nuevas aportaciones, pues a él no le habían parecido poca cosa, Nico supo que Lucas todavía no había relacionado a Nicolás Blanes y a Ismael Moreno como la misma persona. No todo estaba perdido.





sábado, 10 de octubre de 2015

ENMASCARADO (XXVII). CAP. 7: SOSPECHAS





III


   El fin de semana lo quiso pasar trabajando. La tarde del viernes había sido complicada pensando en que su aventura como Ismael Moreno estaba llegando a su fin y que el lunes muy probablemente todo acabaría. Incluso en algún momento pensó que recibiría la llamada de su compañero pidiéndole explicaciones, sin embargo no fue así. Mientras tanto, y para tratar de despejar su cabeza de sus problemas con Lucas –cosa que no logró– decidió hacer una visita al domicilio del abogado listillo.

   Nico había tenido que hacer poco menos que malabares con los coches. Una vez descubierto que Lucas ya sabía donde vivía, se marchó precipitadamente de allí sin querer saber cómo concluía todo. Volvió hacia el centro y tuvo que hacer algo que no le hubiera gustado tener que hacer, volver a ponerse en contacto con Emilio Luis. Necesitaba disponer de un espacio donde dejar su vehículo y poder disponer de él cuando quisiera sin necesidad de explicaciones. Emilio no le falló. Una vez conseguido esto se dispuso a recuperar el New Beetle amarillo que había dejado en su barrio para poder seguir trabajando. Nunca pensó cuando lo dejó aparcado que se convertiría en un problema.

   Había conseguido aparcar lo suficientemente cerca del domicilio de Rejón –lo cual no siempre era fácil en pleno centro de Madrid–. Desde el coche podría ver si salía de su domicilio de la calle Núñez de Balboa, no obstante, antes debería comprobar si el moroso se encontraba en casa por lo que no dudó ni un instante en llamar al telefonillo de su casa –el 4º F– haciéndose pasar por un repartidor publicitario. Rejón le mandó al cuerno diciéndole que dejara la publicidad en el cestillo que había fuera para tal fin. Nico había logrado saber que se encontraba en casa por lo que ya podía irse a esperar al coche y mientras escuchar el disco que le había regalado Magdalena.

   –Sinatra –le había dicho ella- toma este regalito. Te gustará, aunque no sea de tu ídolo.
   –¿Y esto a qué se debe?
   –Digamos que por entrometerme en tus asuntos.
   –¡Magdalena, por favor, no te lo tomes a mal. No era necesario!
   –Ya lo sé que no era necesario, pero quería.

   Se trataba del tercer y último disco de Michel Bublé “Call me irresponsible” que contenía temas con títulos como “Always on my mind”, “Dream” o “Comin´ home, baby” [1] y que le habían hecho de nuevo pensar a qué estaba jugando su guapísima compañera.




   No había llegado a la mitad del disco compacto cuando vio que Rejón salía por la puerta con ropa deportiva preparado para hacer footing. La sorpresa llegó cuando unos segundos después vio como Rocío aparecía vestida de similar condición a su lado. 

   -¡Vaya, vaya, Rocío y Fernando Rejón están liados! ¿Estarán casados? –se preguntó Nico un tanto turbado por el descubrimiento. Por su mente pasó en apenas unos segundos las imágenes de ella algo más de veinte años antes; mientras, seguía sonando el disco de Magdalena.

   Vio como se encaminaban hacia el cercano parque de El Retiro, como era conocido por los madrileños el Real Sitio del Buen Retiro, por lo que decidió buscar un encuentro nada fortuito con ellos. La pareja había entrado por el Paseo de Fernán Núñez dejando a un lado los restos de la ermita románica. Si no recordaba mal, la vuelta era de alrededor de cuatro o cinco kilómetros, por lo que decidió comenzar a caminar a paso ligero en sentido contrario –tampoco se trata de correr con estas pintas se dijo-, comenzando por el Paseo de Bolivia, cerca de la estatua de Diana Cazadora, y siguiendo por el de Colombia. Llamó mucho la atención, como era costumbre, muy especialmente a los más pequeños, y eso que en el parque se juntaba gente de lo más variopinta, entre otros los famosos echadores de cartas y los predicadores. Decidió esperar apoyado en un árbol a la altura del Palacio de Cristal, en el Paseo de la República de Cuba. Fernando y Rocío, unos cuantos metros antes de alcanzar la zona pudieron saber por el alboroto que sucedía algo, pero nunca habrían esperado que al llegar se dirigieran hacia ellos.

   –¡Buenos días, señor Rejón! –dijo, más bien gritó, Nico–. ¿Podría pasarme por su despacho de abogados el próximo lunes?

   No le dio tiempo a más. Fernando y Rocío –indignados– siguieron corriendo como si con ellos no fuera la cosa, como si él no fuese ese señor Rejón, mientras la chiquillería y también varios de los adultos reían, los primeros sin saber de qué iba la cosa, pero no así los segundos.

   Nico siguió dejándose fotografiar viendo como los atletas se perdían en el fondo con su buen trote. Sin embargo, un ratito después, sucedió una nueva oportunidad con la que el agente de “La Máscara” no hubiera podido soñar. Al pasar cerca del lago, camino de vuelta hacia el coche, vio como la parejita alquilaba una de las barcas. 

   –¿Cuánto hace que no practicas deportes náuticos, Nico? –se dijo así mismo.

   Unos minutos después Nico remaba en dirección del abogado listillo y su espléndida pareja. De nuevo se produjo un pequeño alboroto en la orilla del estanque grande al comprobar la gente que allí descansaba la persecución. Fernando dejó de remar cuando se dio cuenta de lo que sucedía y vio –al levantarse de la barca– que Nico se encontraba lo suficientemente cerca.

   –¡Te voy a matar, cabrón! –le dijo el abogado, señalándole con el dedo.

   Acostumbrado ya a esas amenazas, Nico decidió dar dos paladas más con los remos. El choque fue inevitable y el remojón del abogado también.







[1] “Siempre en mi pensamiento”, “Sueño” o “Volviendo a casa, pequeña” del disco “Llámame irresponsable”. Michel Bublé.